Chapter 24: Capitulo 24: Inicio [2]
El grito de un civil atravesó el aire, desesperado, crudo.
"¡Alguien haga algo! ¡Ese chico va a morir!"
Y entonces Reiji chasqueo la lengua, no podía seguir esperando que Izuku llegara, si Katsuki terminaba muriendo ahora, otro pilar clave se caería. Además... ¡Tampoco podía dejar morir a alguien justo frente a sus ojos.
Su cuerpo se movió.
Un paso.
Otro.
Y de pronto estaba corriendo.
No había aviso. No hubo grito de guerra. Solo un impulso brutal, nacido del pánico que le apretaba el pecho y de una verdad más grande que él: nadie más vendría.
"¡Hey, tú!" Gritó un héroe al verlo cruzar la barrera de seguridad. "¡Ni se te ocurra acercarte, retrocede!"
Pero Reiji ya se había despegado del suelo.
Un gancho metálico silbó en el aire, dirigido a su cintura. Reiji giró la cadera en el último segundo, el cable rozando su chaqueta antes de caer inofensivo al asfalto. No hubo titubeo, solo eficiencia. Otro héroe, más cerca, extendió un escudo de energía. Reiji lo leyó antes de que terminara de formarse. Se deslizó bajo él, apoyando una mano en el suelo caliente, y luego se impulsó hacia adelante, eludiendo otro intento de interceptarlo.
"¡Deténganlo! ¡Ese civil se esta poniendo en peligro!" Gritó una heroína con voz autoritaria, pero había un dejo de duda en ella. Lo veían moverse y sabían que no era un adolescente común.
Para cuando alguien quiso alcanzarlo, ya estaba al pie del infierno.
El aire era denso. El olor a combustión y carne sudada se mezclaba con el del humo, que rascaba la garganta como papel de lija. Las llamas rugían a la distancia, y el sol era apenas una mancha blanca detrás de las nubes sucias que flotaban por la calle.
Y allí, en medio del caos, estaba el villano de lodo.
"¡AHAHAHAHA! ¡TAN FUERTE Y TAN INÚTIL!" Chillaba con una voz viscosa y distorsionada, como si sus cuerdas vocales estuvieran hechas de gelatina podrida. "¡VAMOS, CHICO EXPLOSIÓN, HAZ ALGO! ¡BANG BANG, BOOM! ¡AHOGATE, VAMOS!"
El cuerpo de Katsuki Bakugo estaba suspendido en el aire, envuelto por una masa viscosa que se pegaba a su piel como alquitrán hirviendo. Intentaba moverse, pero cada chispa que nacía en sus palmas era sofocada al instante por el barro corrupto que lo cubría.
"¡G-Ghh... haag...!" Tosió Bakugo, los ojos inyectados en sangre. "D-¡Déjame, b-bastardo!"
"¡AH, AH! ¡MIRA CÓMO LUCHA! ¡CÓMO GIMES! ¡ERES MI NUEVO HUESPED FAVORITO!"
Reiji no pensó. Sus pasos se acercaron a gran velocidad, resonando fuertemente en aquella escena.
El villano se giró al escucharlo, demasiado tarde. El puño de Reiji se cerro y golpeo directamente al ojo del villano con fuerza, provocando un chillido ensordecedor.
"¡AAAAAGHHH! ¡MIS OJITOS, MIS OJITOOOOOOOS!"
El lodo se estremeció, como si un terremoto interno lo agitara, y por un segundo, soltó las vías respiratorias de Bakugo.
El rubio cayó sobre sus rodillas, escupiendo barro y saliva. Tosió con tanta violencia que su cuerpo se dobló. Su pecho subía y bajaba con desesperación.
"¡GHHK—KOFF! ¡HIJO DE PUTA... KOFF...!"
Reiji se arrodilló a su lado y colocó una mano en su frente.
Su sangre respondió al instante.
Oscura. Viva. Precisa.
Fluyó desde sus palmas, extendiéndose sobre el cuerpo de Bakugo como si tuviera voluntad propia. Se deslizó entre los huecos de la sustancia viscosa, separando el lodo centímetro a centímetro, empujando con fuerza quirúrgica cada gramo infecto lejos del adolescente.
"¿¡QUÉ—QUÉ HACES!? ¡ESA SANGRE NO ES TUYA! ¡NO LA QUIERO! ¡NO LA QUIEEEEERO!" Chilló el villano, estremeciéndose como una babosa expuesta al sol.
Reiji no dijo nada. Sus ojos estaban fijos en su tarea. Cada pulso de sangre era una orden. Cada célula se expandía, se estiraba y apartaba la masa enemiga como si la reconociera como intrusa. No era una técnica perfecta. Era un instinto brutal.
La criatura rugió, intentando volver a envolver a Bakugo, pero la sangre de Reiji lo repelía con violencia, como si hubiera en ella una voluntad inquebrantable de proteger.
"¡ALÉJATE! ¡NO TE METAS! ¡ÉL ES MÍO, MÍO, MÍO!"
Pero ya no tenía dominio sobre nada.
Reiji no solo lo ignoraba…
Cuando el villano entendió que Katsuki ya no era una opción, se lanzo con todo a Reiji. Antes de que una gran mancha de sangre cubriera su vista.
La sangre se arrastraba como una criatura viva, envolviendo cada gota del cuerpo del villano. Al principio fue como una red, separando lo que tocaba a Bakugo. Pero ahora era algo más… algo total. Un capullo carmesí, creciendo segundo a segundo, endureciéndose, compactándose.
Reiji apreto los dientes, sintiendo como por cada intento desesperado del villano de escurrirse por las pequeñas fisuras, tenia que sacrificar más de su propia sangre para contenerlo.
"¡NOOO! ¡NO PUEDES HACERME ESTO! ¡NO TIENES DERECHO!" Gritó el villano, deformando su cuerpo inútilmente. "¡YO—YO SOY EL PROTAGONISTA! ¡EL VILLANO ESTELAAAAAAR!"
No había espacio para su voz.
Ni para su forma.
Reiji sentía su cuerpo arder por dentro. Su pecho se comprimía y cada músculo vibraba con una urgencia salvaje. Fatiga. Hambre. Dolor. Todos los síntomas golpeaban juntos, como una avalancha invisible que se estrellaba en sus huesos.
Su regeneración estaba trabajando en exceso para sostener el uso tan fino, tan denso, de su Quirk.
La sangre se solidificó a su orden, encapsulando al enemigo en una prisión sin bordes. Cada intento del lodo por escurrirse era respondido con una presión superior, una constricción absoluta.
"¡AGHHRRR—! ¡E-ESTO NO ES... NO ES... CÓMICO!" Gritó una última vez el monstruo, su voz apagándose bajo la envoltura rojiza. Su cuerpo se retorció, chilló, gimió… y luego se detuvo.
El silencio cayó como una losa.
Solo el crujido leve de la sangre cuajándose completamente quedó como sonido residual.
Reiji respiró hondo.
Y se tambaleó.
Su visión se nubló un segundo. Había perdido demasiada sangre, por suerte su regeneración actuaba a gran velocidad.
El precio de esa técnica de contención era brutal: había usado más volumen y precisión de lo habitual. La sangre recubría el enemigo como una segunda piel, controlada al límite de lo que su voluntad permitía.
Y ahora, el precio le estaba pasando factura.
Sus piernas temblaron.
Su pecho ardía.
Y esa sensación…
Esa necesidad.
La lengua se le secó. La garganta se tornó áspera. Sintió el impulso retorcido que siempre llegaba cuando llevaba su Quirk más allá de los límites: un hambre oxidada, urgente, que pedía sangre. No suya.
Ajena.
Apretó los dientes con fuerza, cerrando los ojos por un segundo, sofocando el rugido que nacía desde dentro.
'No puedo sucumbir ahora...'
A su lado, Katsuki Bakugo respiraba, recostado de lado, estaba consiente pero parecía que todavía estaba recuperando todo el aire perdido.
Los héroes, a unos metros, seguían observando, en completo silencio.
Algunos con admiración. Otros con alarma. Todos sabían lo que acababa de ver: un civil que había hecho lo que ellos no pudieron.
Reiji enderezó la espalda como pudo, manteniendo su compostura. Sabía que los ojos estaban sobre él.
Pero no importaba.
Bakugo estaba vivo.
El villano había sido reducido.
El silencio duró apenas unos segundos.
Luego llegó el murmullo.
Primero, una voz aislada entre la multitud.
"¿Ese… ese chico lo detuvo?"
Después, otra.
"No es un héroe, ¿cierto? No tiene uniforme…"
"¡Pero lo salvó! ¡Salvó al otro chico!"
Las palabras crecían, se multiplicaban, se empujaban entre sí como olas. De pronto, la multitud detrás de las cintas comenzó a hablar sin parar. Algunos grababan con sus teléfonos, otros señalaban a Reiji, como si aún intentaran entender lo que acababan de ver.
Un adolescente, sin placa ni licencia, había contenido un villano… solo.
A unos metros, los héroes comenzaron a reaccionar.
El primero en acercarse fue Death Arms, con el rostro sudoroso y la voz tensa.
"¡Oye, chico! ¡Aléjate de ahí! ¡Ya hiciste suficiente!"
Reiji no respondió. Se limitó a girarse lentamente, los ojos bajos, el cuerpo todavía temblando por la exigencia del Quirk. Su mirada cruzó con la del héroe y, por un segundo, fue como si algo invisible lo hiciera retroceder.
Death Arms parpadeó. No fue miedo. Fue duda. Sus instintos se dispararon, de algún modo... El niño frente a él, parecía que lo miraba como una presa.
Otros héroes llegaron también. Kamui Woods se movía con firmeza, pero sin agresión. La que sí parecía más preocupada era una heroína de apoyo que murmuraba sobre legalidad, jurisdicción, intervención civil…
"¡No puede usar su Quirk en público! ¡Eso es una infracción! ¡Aunque haya salvado a—!"
"¡Cállate!" Gritó alguien del público.
"¡Se estaba muriendo, idiota! ¡Si no fuera por él, ese chico estaría muerto!"
Las emociones estaban desbordadas. La lógica, quebrada. Y entre todo ese caos, Bakugo seguía recostado, respirando con dificultad, la mirada apenas enfocada, los labios moviéndose sin sonido.
Reiji se agachó, usando lo poco de energía que le quedaba para levantarlo con suavidad.
Sus brazos apenas resistían el peso.
Pero lo hizo de todos modos.
La masa de sangre endurecida que contenía al villano temblaba ligeramente. El sujeto estaba inconsciente, pero vivo. El recubrimiento rojizo había cambiado de forma, envolviéndolo como una celda orgánica y sin oxígeno externo.
Reiji giró el rostro hacia Kamui Woods.
"No va a escapar. Lo cubrí por completo. No tiene vías para replicarse"
Kamui lo miró en silencio. Luego asintió, tenso.
"¿Quién eres?"
Reiji no respondió. Solo dejó alzarse la sombra de una sonrisa leve, casi insolente.
"Solo un estudiante que pasaba por aquí"
Death Arms resopló por la nariz, claramente incómodo con la respuesta.
"Sabes que esto va a traer problemas, ¿verdad? Intervenir así, sin permiso, sin ser parte del equipo de héroes…"
"¿Y qué proponías?" Respondió Reiji, sin alzar la voz. "¿Verlo morir? ¿Esperar refuerzos mientras se asfixiaba?"
El silencio fue más pesado que un grito.
Nadie dijo nada.
Incluso Shinso, que había llegado al borde de la zona tras escapar de la barrera de civiles, se quedó callado. Observó a Reiji como si lo viera por primera vez.
Una mujer rompió la barrera de seguridad y gritó:
"¡Ese chico es un héroe!"
La voz fue seguida por otra.
Y otra.
Y otra.
Aplausos.
Aplausos sinceros, caóticos, humanos. No organizados como en una ceremonia de galardones, sino instintivos, como si el cuerpo respondiera solo al impulso de que algo había sido salvado.
Reiji no sonrió. No alzó el brazo. No agradeció.
Y aunque su cuerpo temblaba y su mente ardía… aún se mantenía firme.
La ovación seguía.
Y Reiji solo podía escuchar un sonido: su pulso.
Demasiado fuerte. Demasiado insistente. Golpeando como tambores tribales dentro de su cráneo. El calor lo invadía, pero no por la fatiga del combate, ni por el cansancio físico. Era otra cosa.
Su Quirk... estaba activo.
Pero no de la forma habitual.
No era su sangre girando en armas, ni escudos de filo rojizo.
Era su cuerpo pidiendo la ofrenda por dejar usar la misma sangre de él.
'No... no ahora...'
Reiji apretó los dientes, y en ese instante, sus manos temblaron.
La sangre que había usado para cubrir al villano seguía latiendo con su pulso. Todavía estaba vinculada. Todavía lo escuchaba.
Y eso solo la volvía más inquieta.
Más viva.
El aliento de Bakugo aún estaba caliente en su brazo, el peso de su cuerpo apenas contenido por su regeneración ya en declive.
Pero no era eso lo que lo hacía temblar.
Era el olor.
El olor a sangre.
A heridas abiertas, a carne irritada, a herida viva. Era su droga. Su maldición. Su impulso primario.
Cerró los ojos, pero eso solo empeoró todo.
'Quiero probarla...'
Ese pensamiento surgió como un cuchillo de obsidiana en su mente.
Y entonces se dobló hacia delante, respirando con violencia.
Una arcada. Luego otra.
Las piernas le fallaron.
"¡Reiji!"
Shinso estaba ya junto a él, estirando un brazo, evitando que el chico colapsara.
"¡Mierda, estás pálido! ¿Qué pasa? ¿Estás herido?"
"No…"
La voz de Reiji salió ronca, temblorosa.
"No estoy herido… estoy hambriento…"
Su mirada se levantó, clavada en los brazos de Shinso, donde una pequeña herida, quizás de un roce durante la carrera, dejaba una delgada línea roja visible.
Y por un segundo, solo uno, su Quirk se activó sin querer.
'¡NO!'
Reiji jadeó, retrocediendo de golpe. Su espalda chocó contra la pared más cercana.
"No… ¡Shinso! ¡Contrólame!"
El chico parpadeó, confundido.
"¿Qué—?"
"¡Hazlo ahora!" Gritó, con voz quebrada. "No me dejes hacer nada estúpido. ¡Obedéceme!"
El tono era de súplica y desesperación.
Shinso abrió los labios.
"…Quédate quieto."
Y fue como apagar una vela.
Los músculos de Reiji se congelaron.
Sus ojos seguían abiertos, pero su respiración comenzó a calmarse lentamente, como si una barrera mental hubiese bloqueado por completo el impulso asesino que se gestaba dentro de él.
Un minuto. Dos.
Shinso no dijo más. No necesitaba hacerlo. Solo se quedó ahí, con el puño cerrado, mirando a su amigo como si sostuviera una bomba a punto de estallar.
Reiji, atrapado por su voluntad, dejó caer la cabeza hacia atrás. El sudor le corría por el cuello. Su garganta ardía. La necesidad seguía viva, pero ya no rugía. Solo se acurrucaba, como un animal esperando dormirse de nuevo.
"Gracias…" murmuró entre dientes.
Shinso asintió, sin soltar el control.
A pocos metros, los héroes aún se organizaban. La policía llegaba. Los reporteros comenzaban a filmar. Las sirenas se mezclaban con la euforia del público.
Reiji sonrió.
No con alegría.
Con resignación.
"Un héroe" Decían.
Pero ellos no sabían lo cerca que estuvo de convertirse en otra cosa.