BNHA: Yo soy Reiji Toga

Chapter 17: Capitulo 17: Cambios [3]



La luz del amanecer se colaba entre las cortinas con una suavidad engañosa. La cocina olía a pan tostado y mantequilla derretida, y el sonido sutil del cuchillo sobre la loza llenaba el ambiente con una falsa sensación de normalidad.

Reiji ya estaba vestido con su uniforme de secundaria, peinándose el flequillo con una mano mientras sujetaba el pan con la otra.

"¿Desayunas aquí o te llevas algo?" Preguntó sin mirar hacia atrás.

Desde el pasillo apareció Himiko, aún abrochándose la chaqueta del uniforme de la U.A. Iba más formal que de costumbre. El cuello le quedaba un poco torcido.

"Me quedo…" Murmuró.

Reiji sirvió dos tazones de cereal y los dejó sobre la mesa. Luego, se sentó como si nada, como si no hubiera pasado absolutamente nada la noche anterior.

Himiko, en cambio, apenas probó bocado. Sus ojos recorrían el rostro de su hermano en cada oportunidad que tenía. Buscaba una señal. Algo que revelara que él también lo estaba sintiendo. Que también estaba dándole vueltas en la cabeza a lo que compartieron la noche anterior.

Pero Reiji masticaba tranquilo, con expresión relajada, hojeando su celular de vez en cuando.

"¿Qué tal tu primer día en la U.A.?" Preguntó finalmente, sin levantar la vista.

"...Bueno" Su respuesta fue breve.

"¿Te gustaron tus compañeros? ¿Te tocó alguna clase interesante?"

"Sí… y no lo sé todavía" Evitó mirarlo.

El silencio se estiró entre ellos.

Ella pensó en la noche anterior. En su cuello. En su voz temblando. En el calor. En el modo en que se separó de ella sin decir nada más.

Y ahora… ¿esto?

"¿Y tú?" Soltó de pronto. "¿Cómo fue tu primer día?"

Reiji se encogió de hombros. "Una secundaria normal. Un par de tipos molestos, otros bastante callados. Hay un chico interesante… Shinso. Me cayó bien"

"Ah" Su voz apenas se sostuvo. "Qué bueno"

Se levantó de la mesa sin terminar su desayuno.

"¿Ya te vas?" Preguntó él.

"Sí. No quiero llegar tarde"

Reiji miró el reloj. "Aún tienes tiempo"

"Prefiero caminar"

Él asintió con ligereza. "Suerte con tus clases"

Ella abrió la puerta. Antes de salir, se detuvo.

"Reiji…"

Él levantó la cabeza, calmado.

"¿No piensas decir nada?"

Sus ojos se encontraron por un segundo.

"¿Sobre qué?"

Ella lo miró con fuerza… y luego bajó la mirada. Sabía que no obtendría más que eso. No ahora.

"Nada… olvídalo"

Salió sin decir adiós.

Reiji se quedó sentado frente a su cereal, ahora empapado y sin forma.

Su expresión no cambió.

Pero sus dedos, inconscientemente, acariciaban la marca apenas visible en su cuello.

***

Había esperado cinco días.

La Comisión le había enseñado eso. Cuando se busca algo que no quiere ser encontrado, uno no puede actuar como un héroe. No se entra con una sonrisa, ni se da un aviso previo. Se entra cuando ya nadie está mirando.

Era claro que, quien fuera Hunter, esperaba no ser encontrado. Por eso, Reiji decidió no apresurarse. Esperó. Dejó que el polvo se asentara. Que el silencio envolviera ese rincón olvidado de Musutafu. Que las autoridades, si es que llegaron a enterarse, se olvidaran del lugar.

Durante esos días, vivió como un estudiante más. Asistió a clases, caminó junto a Shinso durante los recreos, sonrió cuando le tocó fingir normalidad. La fachada debía mantenerse intacta.

Pero esa noche, después de que el sol desapareciera entre los techos oxidados del barrio industrial, su verdadera rutina comenzó.

Reiji se detuvo frente a la reja, y revisó el entorno con una mirada rápida. Nadie. Ni drones. Ni héroes patrullando. Ni cámaras visibles.

Era ahora.

El aire denso lo recibió como una advertencia. Polvo suspendido, yeso desprendido, olor a desinfectante barato. Alguien había pasado por allí después de la huida del distribuidor… pero no eran policías. Lo habían limpiado a conciencia, sin dejar rastro. Sin intención de que nadie entendiera lo que pasó.

Reiji avanzó en silencio, apuntando con su linterna al suelo. No había pisadas recientes. Solo suciedad reorganizada. Cajas vacías. Paredes recién lijadas.

Demasiado limpio.

'Demasiado tarde'

Apagó la linterna con un suspiro contenido, apretando la mandíbula. Se sintió como si todo ese esfuerzo hubiese sido en vano. Otra pista perdida. Otro fantasma que se escapaba entre sus dedos.

Pero entonces, lo sintió. Una presencia. Alguien más estaba allí. No el vacío. No un eco. Alguien real.

"Cinco días…" Dijo una voz desde el fondo, rasposa y reconocible. "Eres más paciente de lo que pensé"

Reiji giró de inmediato, pero no encendió la linterna. Ya sabía quién era.

Aizawa emergía de entre las sombras, con el rostro medio oculto por su cabello desordenado y la bufanda cayendo como un peso muerto sobre sus hombros. Su mirada era la misma de siempre: directa, cansada, incisiva.

"Te reconocí apenas entraste" Murmuró. "No por tu rostro. Por cómo pisas."

Reiji no se movió. No respondió.

"Meses atrás. El almacén al sur de Musutafu" Aizawa dio un paso más. "Peleaste a mi lado. Silencioso, preciso. No buscabas protagonismo"

"Y tú tampoco" Respondió Reiji por fin, en voz baja. "De no ser por ti, capaz hubiera metido la pata"

Aizawa ladeó la cabeza. "Lo mismo podría decir"

Ambos guardaron silencio.

"¿Para quién trabajas?" Preguntó sin rodeos.

Reiji no respondió.

"No lo dirás… bien" Aizawa suspiró. "Tampoco tengo tiempo para sacarte una confesión"

Se giró, caminando hacia una de las columnas marcadas por ácido.

"Lo limpiaron. Todo. Demasiado bien. Esto no fue una redada común"

"No" dijo Reiji. "Fue encubrimiento"

Aizawa se detuvo.

"¿Sabes quién está detrás?"

Reiji pensó en mentir. Pero no lo hizo.

"Aún no. Pero sé que lo están protegiendo desde arriba. Lo sentí la primera vez que vi esa droga en acción. Esto no es algo callejero. Es manufactura especializada"

Aizawa asintió en silencio.

"Entonces sabes en qué estás metido"

"Lo sé"

Un silencio más profundo se instaló entre los dos. El tipo de silencio que solo comparten los que ya han estado en el infierno.

Aizawa no discutió. Solo lo observó. Como si intentara grabarse su presencia, por si se encontraban de nuevo. Después se puso a ver el lugar.

Reiji volvio a aprender su linterna y apuntó entre las columnas vacías, los estantes arruinados, las camillas oxidadas. Nada. Solo polvo reacomodado. Nada más.

Frustrado, giró hacia una esquina del salón principal. Y justo al borde de una estructura metálica derrumbada, algo le llamó la atención.

Un retazo de tela.

Pequeño, atrapado entre un clavo oxidado y la base de un mueble destrozado.

Reiji se acercó en silencio. Lo tomó con dos dedos.

Era oscuro, rugoso al tacto. Tela reforzada. Uniforme profesional. No era de civil. No era ropa común.

Y lo más inquietante: tenía bordado en un costado una parte de un símbolo.

No completo. Apenas una fracción.

Pero reconocible.

Una línea curva blanca, sobre fondo negro, que recordaba los ribetes de ciertos trajes de héroes licenciados.

Sus ojos se entrecerraron.

No podía identificar a quién pertenecía exactamente, pero eso no era una prenda cualquiera. Era parte de un uniforme profesional.

Reiji apretó la tela entre los dedos.

'Es demasiado obvio esto... ¿Una trampa, o en verdad pertenece a alguien involucrado?'

El crujido suave detrás de él le aparto sus pensamientos.

"No pensé que encontrarías eso"

"Es demasiado conveniente, pero es algo... ¿Sabes de quien es?" Preguntó Reiji, levantando la tela.

Aizawa no respondió de inmediato. Se acercó unos pasos y observó el fragmento sin tocarlo.

"Muchos usan negro. Y muchos símbolos se parecen…"

"Entiendo..."

Aizawa lo miró directamente.

Reiji bajó la mirada al trozo de tela en sus dedos, girándolo con lentitud.

"¿Lo vas a reportar?" Preguntó sin intención provocadora. Era una pregunta directa, como todo lo que solía decir.

Aizawa negó con la cabeza.

"Solo si me lleva a algo concreto"

Reiji asintió.

Guardó el fragmento dentro de su abrigo, sellado en una pequeña bolsa plástica que había preparado por si encontraba restos químicos. No era una prueba definitiva, pero sí un hilo.

"Si encuentro una nueva pista..." Comenzó Reiji, dejando la frase en el aire.

Aizawa completó sin dudar:

"…no dudes en contactarme"

Ambos se giraron casi al mismo tiempo, como si el acuerdo estuviera hecho.

Aizawa caminó hacia la salida trasera del edificio. No miró atrás.

Reiji fue en dirección opuesta, hacia el acceso por donde había entrado. No hizo falta despedirse.

Pero justo antes de cruzar la puerta, Aizawa se detuvo brevemente.

Sin girarse, solo dijo:

"Ahora estamos del mismo bando, pero no significa que apoye tu modo de hacer las cosas..."

Reiji no respondió. Solo se detuvo también. Un instante. Y luego siguió caminando, con el fragmento de tela.

Sabía que ese tipo de cosas no se repetían dos veces.

Esa noche, no había conseguido respuestas. Pero había ganado algo diferente: un aliado en las sombras.

Y aunque nunca lo dijeran en voz alta, ambos sabían que, tarde o temprano, el camino volvería a cruzarlos.

***

Habían pasado varios meses desde aquella noche en el complejo abandonado.

La ciudad seguía latiendo como si nada, pero Reiji ya no la miraba igual. Desde lo alto de los edificios, desde los callejones a oscuras, desde las esquinas donde nadie ponía atención… seguía observando.

La actividad de la droga no había cesado. Solo se había vuelto más discreta. Más inteligente.

Pero Reiji también lo era.

Durante ese tiempo, logró detener pequeños puntos de distribución sin ser detectado. Nada espectacular. Ninguna red completa. Pero cada acción lo acercaba un poco más. Al igual que su complicidad con Aizawa, era peligroso mezclarse con él pero dada su situación, tener una aliado era mejor.

En cuanto a su vida privada en este tiempo, las cosas habían cambiado bastante respecto a muchas cosas.

La relación con Himiko se volvió… complicada.

Ella no volvió a pedirle sangre, al menos no en voz alta. Pero la tensión seguía allí. Presente en la forma en que lo miraba cuando pensaba que él no se daba cuenta, o cuando se le acercaba más de lo necesario con alguna excusa vacía.

Reiji evitaba el tema a propósito. Sabía que si lo enfrentaban, tendrían que resolverlo. Y él no quería resolverlo. No todavía. No mientras siguieran viviendo bajo el mismo techo, fingiendo que las cosas podían volver a ser normales.

Himiko, por su parte, no quería dejarlo por sentado. No fingía olvido. Solo… esperaba.

Sabía que ese momento llegaría. Y también sabía que Reiji no podría seguir esquivándolo para siempre.

Mientras tanto en su fachada en la secundaria, su amistad con Shinso creció con naturalidad.

No fue algo forzado, simplemente ocurrió. Había recordado su identidad y potencial, pero estaba demasiado ocupado en otras cosas como para explotarlo ahora.

Coincidían en clases, caminaban juntos de regreso algunas tardes y a veces intercambiaban ideas sin necesidad de dar contexto. Shinso no hablaba más de la cuenta y tampoco esperaba que Reiji lo hiciera. Y eso bastaba.

Él no le preguntaba por qué a veces se ausentaba un día entero, ni por qué parecía dormir tan poco. Reiji tampoco le preguntaba por los libros de control mental que guardaba en su mochila. Solo compartían espacio, ideas, y una desconfianza mutua al mundo que los rodeaba.

No eran mejores amigos.

Pero Reiji sabía que podía contar con él si alguna vez lo necesitaba.

Y eso, en ese mundo, valía más que cualquier otra cosa.

Era jueves, casi al anochecer, y la secundaria ya comenzaba a vaciarse con el ritmo habitual.

Reiji salía junto a Shinso por la puerta lateral del edificio, como venía ocurriendo desde hacía semanas. No era raro verlos caminando juntos, especialmente porque vivían en sectores parecidos de Musutafu. A veces hablaban de lo que había pasado en clases, otras veces no decían ni una palabra en toda la caminata. A ninguno le molestaba.

Ese día, sin embargo, Shinso hablaba más de lo usual.

"Van a incluir una unidad sobre ética de héroes en historia moderna," comentó, con tono algo aburrido. "Supongo que quieren lavarnos el cerebro desde ahora."

Reiji soltó una leve exhalación, algo parecido a una risa.

"Buena suerte con eso. A esta altura creo que ni un lavado químico funcionaría contigo."

Shinso sonrió apenas, con las manos en los bolsillos.

Cruzaron una calle y entraron en una avenida menos transitada, donde los locales pequeños ya comenzaban a cerrar y el tráfico disminuía. Una parada de bus oxidada marcaba su punto de separación habitual.

Justo antes de llegar, Reiji lo vio.

A unos cincuenta metros, entre la multitud dispersa del atardecer, una figura familiar emergió de una tienda de conveniencia. Mochila oscura, gorro calado hasta las cejas, andar nervioso.

Era él.

El distribuidor.

Por un segundo, todo en su cuerpo se tensó. El ruido se apagó. Solo quedó esa silueta caminando con apuro, con la cabeza gacha.

"…Y entonces el profe me dijo que no era gracioso manipular a compañeros en ejercicios prácticos, aunque ellos supieran que podía hacerlo," seguía hablando Shinso, sin notar el cambio en el rostro de Reiji.

Reiji se detuvo.

Shinso avanzó dos pasos más, luego se giró.

"¿Qué pasa?"

Reiji bajó la mirada un instante, evaluando. No podía involucrarlo. No aún.

"Recordé que tengo que pasar a comprar algo. Me voy por otro lado."

Shinso alzó una ceja, notando el cambio de tono.

"¿Seguro?"

Reiji ya estaba retrocediendo.

"Sí. Nos vemos mañana."

No esperó respuesta. Ya estaba caminando con decisión hacia el otro lado de la calle, perdiéndose entre la gente, con la mirada fija en su objetivo.

No iba a perderlo de nuevo.

Y esta vez… no se detendría hasta obtener respuestas.

Caminó con decisión, con los hombros relajados pero la mirada fija. A cada paso, su pulso se regulaba solo. Ni ansiedad, ni apuro. Solo certeza.

Ya dentro de un callejón, sacó una pequeña hoja de bisturí de su abrigo. Se cortó con precisión la palma de la mano izquierda.

La sangre reaccionó de inmediato.

Subió por su brazo, cruzó su cuello y se extendió sobre su rostro, moldeándose en segundos. Era como una segunda piel: oscura, pulida, sin ojos ni boca. Una máscara hecha de su propia sangre endurecida. Fría. Intimidante.

El tipo entró a un estacionamiento abandonado, justo al límite entre la zona comercial y el barrio industrial. Miró hacia atrás, inquieto.

Demasiado tarde.

Reiji apareció como una sombra y lo derribó sin piedad.

El golpe contra el concreto resonó seco.

"¡No espera...!" Gritó el distribuidor, luchando por levantarse.

Reiji le puso el pie en el pecho y lo empujó de nuevo al suelo.

"No más juegos"

Su voz sonó distorsionada a través de la máscara, profunda, como si viniera de otro lugar.

"¿Dónde están los cargamentos?"

"¡Yo solo... yo solo entrego! No los almaceno, no sé..."

"¿Quién te da las órdenes?"

"¡Hunter! Solo ese nombre. No lo he visto. ¡Juro que no sé más!"

"¿Hunter es un héroe?"

El tipo dudó, claramente debatiendo si revelar eso o no. Reiji apretó mas fuerte en su pecho, amenazando con aplstar su costilla.

"¡Sí! ¡Sí, tiene licencia! No lo dicen, pero todos lo saben. ¡Está dentro del sistema!"

Reiji lo observó unos segundos desde detrás de la máscara.

Luego, sin decir nada, le propinó un golpe limpio con el canto de la mano en el cuello.

El tipo cayó inconsciente de inmediato.

Con calma, Reiji se puso de pie. Sacó un teléfono descartable y marcó un número anónimo. No esperó respuesta.

Solo habló:

"Distribuidor de droga, calle 12, complejo industrial abandonado. Sigue vivo."

Hizo una pausa breve.

"Mensaje para Eraserhead."

Cortó.

'Estoy completamente seguro que no me dijo todo, pero este lugar esta demasiado expuesto para un interrogatorio a fondo... Aizawa tiene que hacer lo suyo'

Luego, con la misma calma con la que llegó, se perdió entre las sombras, dejando tras de sí un cuerpo inconsciente…


Tip: You can use left, right, A and D keyboard keys to browse between chapters.