Chapter 16: Capitulo 16: Cambios [2]
La brisa de primavera entraba por las ventanas abiertas, acariciando las cortinas y colándose por los pasillos de la nueva casa. Aún había cajas sin abrir en los rincones, pero en el comedor todo estaba dispuesto. Un desayuno sencillo, una mesa limpia, y un sobre blanco al centro, con el logo dorado de la U.A. brillando bajo la luz del sol.
Himiko no se había movido en cinco minutos. Sentada con la espalda recta, tenía los dedos apretados contra el borde del sobre. Sus ojos, abiertos como platos, lo miraban sin parpadear.
"¿Quieres que lo abramos contigo?" Preguntó su madre con dulzura, desde la cocina. Su tono era calmo, pero cargado de expectativa.
"No, no… yo puedo. Solo… es que me da un poco de miedo"
"No hay nada que temer" Comentó su padre, recostado en el umbral del comedor "Si estudiaste como decías, lo mereces"
Reiji observaba desde el otro lado de la mesa, sentado con una taza de café entre las manos, en silencio. Vestía su polerón gris de siempre, el cabello algo revuelto y la mirada más relajada de lo habitual. No parecía ansioso… más bien, expectante.
Himiko respiró hondo y rompió el sello. Al abrir la carta, sus ojos recorrieron las líneas como si buscaran una trampa. Y luego, la expresión lo dijo todo.
"Entré…" Susurró "¡Entré a la U.A.! ¡Lo logré!"
La alegría estalló de inmediato. Su madre la abrazó con fuerza desde atrás. Su padre, aunque menos efusivo, sonrió con orgullo y le dio una palmada en el hombro. El ambiente se llenó de una emoción cálida, casi inusual para una familia con tantas sombras detrás.
"Estoy tan orgullosa de ti, mi niña… "Murmuró su madre, casi con lágrimas.
Himiko, todavía agitada, buscó la mirada de Reiji. Sus ojos brillaban.
"No esperaba otra cosa. A la U.A. no entra cualquiera. Pero tú no eres cualquiera"
Ella se sonrojó ligeramente.
"Gracias…"
Reiji alzó su taza con una expresión despreocupada.
"Solo recuerda mantenerte fuera de problemas. Esos tipos tienen protocolos extremos con sus estudiantes. Si metes las patas… te van a cuidar hasta el cansancio"
"¿Eso era una advertencia o un chiste?"
"Una advertencia que suena a chiste. Perfecto para ti"
Ambos rieron, y por un momento, todo pareció estar en equilibrio.
***
Había salido después de que Himiko dejara la casa. Ella había despertado temprano, más nerviosa de lo que quiso admitir, y se había marchado directo hacia la U.A. sin esperar siquiera a desayunar bien. Lo último que dijo antes de cruzar la puerta fue un "deséame suerte" que no necesitaba. Reiji solo le devolvió un gesto tranquilo con la mano.
El sol subía lento en el cielo, y las calles de Musutafu se llenaban de estudiantes, oficinistas y madres con niños. Reiji analizaba todo en silencio, con el rostro medio cubierto por la bufanda de su uniforme.
Los pasillos de su nueva secundaria olían a piso encerado y marcador barato. Las paredes estaban forradas con anuncios coloridos que promocionaban clubes escolares, consejos estudiantiles y eventos que a Reiji no le interesaban lo más mínimo. Caminaba sin apuro, mochila al hombro, sin emitir sonido alguno.
Su paso era medido, ligero, casi felino.
Era inevitable que lo miraran.
No era solo su altura, anormal para un chico de su edad, ni la forma en que su cuerpo, entrenado y marcado por años de disciplina, llenaba el uniforme sin esfuerzo. Era algo más. El brillo singular de sus ojos color ámbar anaranjado, tan intensos como si ardieran desde dentro. El cabello rubio oscuro, más opaco que el de Himiko pero perfectamente peinado de forma descuidada, como si todo en él estuviera calibrado al detalle. Incluso su voz, que pese a la adolescencia aún no del todo asentada, tenía un tono grave y melódico que parecía cortar el aire con elegancia.
No necesitaba hablar para dominar el espacio.
Sin buscarlo, Reiji atraía miradas. No por belleza únicamente, sino por la atmósfera que lo rodeaba. Una mezcla entre alguien que había vivido demasiado… y alguien que podía desaparecer sin dejar huella.
Al llegar a la sala 1-B, se detuvo apenas un segundo. Respiró hondo, como quien se prepara para una obra.
Una más.
Empujó la puerta con suavidad.
La sala estaba llena de murmullos cuando el profesor terminó de escribir el horario en la pizarra. Reiji, aún de pie junto a la entrada, mantenía la mirada fija en el grupo de estudiantes. Uno de ellos, sentado cerca del ventanal, llamó su atención de inmediato.
Cabello morado oscuro, desordenado. Ojos somnolientos, pero atentos. Postura relajada, como si todo le importara poco, pero en realidad no dejaba de observar.
'Lo he visto antes… o al menos lo he leído en alguna parte.'
El profesor lo sacó de sus pensamientos.
"Clase, este es Reiji. Viene transferido desde Tokio. Traten de no asustarlo… demasiado", bromeó con tono seco. "Puedes sentarte junto a Shinso, allá al fondo."
Varios estudiantes giraron la cabeza con curiosidad. Algunos cuchichearon al verlo pasar: su altura, la firmeza de su paso, su rostro serio. El uniforme le quedaba impecable, pero había algo en él —quizás en esos ojos anaranjados con ese brillo anómalo— que no encajaba del todo.
Reiji se sentó junto a Shinso sin decir nada al principio. Guardó su mochila, apoyó los brazos sobre la mesa… y lo miró de reojo.
"Shinso, ¿verdad? Tu cara me suena… ¿nos hemos cruzado antes?"
"Lo dudo", respondió Shinso, sin mirarlo.
Reiji alzó una ceja, divertido por la respuesta seca. "Puede ser. A veces me pasa que sueño con gente antes de conocerla."
Shinso giró levemente la cabeza, apenas lo suficiente para verlo con una ceja levantada. "¿Eres uno de esos raros?"
"¿Tú qué crees?"
Silencio.
Shinso lo observó unos segundos más antes de mirar al frente otra vez. "No sé quién eres, pero si piensas caerme bien usando ese tipo de frases raras… no va a funcionar."
Reiji sonrió. No era hostilidad lo que sentía, sino una muralla que protegía a alguien que prefería estar solo. Ya había visto ese tipo de mecanismos antes.
"Mejor así", dijo, relajando la espalda contra el respaldo de la silla. "Caerle bien a la gente no es mi prioridad."
Shinso pareció aceptar esa respuesta. No respondió, pero tampoco desvió la mirada con molestia. El silencio entre ellos se volvió cómodo. Incluso natural.
Un par de estudiantes cuchicheaban en la fila de adelante, mirándolos de reojo. Uno de ellos murmuró:
"Vaya combo… el raro nuevo y el que da miedo."
Shinso escuchó, pero no dijo nada. Solo resopló. Reiji se inclinó un poco hacia él.
"¿Siempre te dicen eso?"
"Depende del día."
"Bueno… hoy es uno de esos días."
Ambos se quedaron callados un rato.
Entonces Shinso, sin mirarlo, murmuró:
"No eres tan molesto como pareces."
"Y tú no eres tan frío como finges."
Una mueca leve cruzó el rostro de Shinso. ¿Una sonrisa? Tal vez. Fugaz.
El timbre sonó, y el profesor comenzó a repartir libros.
***
La tarde caía plácida sobre Musutafu, bañando los ventanales y postes de luz con un resplandor ámbar. A esa hora, la ciudad adquiría un ritmo distinto al de Tokio: más ordenado, más suave… incluso los autos parecían frenar con delicadeza en las esquinas, como si alguien hubiera domesticado hasta el caos.
Reiji estaba sentado en una banca frente a una pequeña plazoleta comercial. Llevaba una soda en la mano y una bolsa de pan envuelta con papel. Tenía la chaqueta del uniforme atada a la cintura y la mirada relajada… al menos en apariencia. Sus ojos, esos ojos naranjas como ascuas, recorrían el entorno con atención.
No estaba allí solo por rutina. No desde que la Comisión le asignó rastrear las ramificaciones de una droga inestable que alteraba los Quirks. Ya había visto sus efectos antes, y sabía que el epicentro estaba en Musutafu.
Y esa tarde, algo encajaba.
Al otro lado de la calle, frente a una tienda de conveniencia, dos hombres jóvenes hablaban en susurros, nerviosos. Uno de ellos sostenía un pequeño frasco de vidrio con un líquido verde dentro, vibrante como energía comprimida.
'Al parecer la información era correcta...'
Observó en silencio, sin moverse. No era momento de intervenir.
Hasta que el más joven destapó la cápsula y se la inyectó en el cuello. El cuerpo entero de Reiji tembló ante tal movimiento arrepentido, ¿Qué pretendía al hacer eso?
El chico soltó un alarido de dolor, cayó de rodillas, y su cuerpo comenzó a convulsionar. Sus venas se oscurecieron. El Quirk se desató sin forma definida. El torso se expandió, la piel se desgarró, y los músculos se retorcieron como cables vivos. De su espalda brotaron apéndices óseos, torcidos y filosos.
Los ojos desaparecieron. Su rostro era apenas una máscara de ira descontrolada. Cuando todo acabo, un grito resonó en la tienda, cuando el tipo mutante sobresalto afuera de la tienda, sus ojos rojos inyectados en sangre.
'Mierda... ¡¿Que carajos acaba de pasar?!' Pensó Reiji, todo había sucedido en solo dos segundos. Miro la calle y vio a una mujer que cruzaba la calle empujando un coche de bebé. Estaba hablando por teléfono, pero lo soltó al ver a la criatura, estaba justo en la trayectoria del ser que acababa de perder toda noción de humanidad.
Reiji se levantó de golpe. El tiempo pareció comprimirse. El viento se congeló en sus oídos.
'La fijo como objetivo... No puedo ¡No debo permitir que la mate, ni a ella ni al bebe!'
Reiji reacciono de forma inmediata, analizo la situación rápidamente. Sabia perfectamente que sus deseos iban en contra de su misión, por lo tanto no podía usar su Quirk de sangre de forma visible...
Pero había una vida en peligro.
Corrió.
Cada paso golpeaba el suelo como un latido acelerado. La criatura gruñía, su andar errático pero dirigido, y sus extremidades golpeaban señales de tránsito y postes con una fuerza descomunal. Se dirigía directamente a la mujer.
No pensó. No dudó.
"¡CÚBRETE!" Gritó Reiji.
Y se arrojó al frente del coche con el cuerpo en tensión. En el interior de su ropa, cada capa de su piel exploto en una explosión de sangre que relleno toda la ropa que usaba, el dolor fue instantáneo, nunca había creado una armadura de sangre tan gruesa pero al ver el gigantesco puño y la velocidad a la que se movía, supo inmediatamente que seria extremadamente letal recibirlo sin nada.
La criatura impactó de lleno a Reiji, que se planto en el suelo, frenando totalmente el puñetazo que fue como ser atropellado por un tren. La sangre se filtro por su boca, antes de que él otro puño de la criatura impactara con Reiji nuevamente para mandarlo a volar.
Sintió cómo sus costillas crujían al resistir el embate. Fue arrojado varios metros, estampándose contra la vitrina de una tienda de productos electrónicos. Cristal, sangre, vidrios rotos… Su cuerpo rebotó y cayó al suelo con un jadeo ronco.
Pero el coche y la madre estaban intactos.
La criatura, confundida, dio varios pasos erráticos hacia atrás, soltando un rugido distorsionado, y luego escapó por un callejón, chocando contra postes, paredes y vehículos en su huida.
La mujer corrió hacia Reiji con el bebé en brazos, sus ojos desbordados en lágrimas.
"¡Dios mío! ¿¡Estas bien, chico?!"
La gente empezó a reunirse. Murmullos crecientes, celulares grabando.
Reiji tosió sangre, su regeneración ya trabajando bajo presión.
"Solo… Un par de golpe"
"¡Ese monstruo lo embistió de lleno!" Dijo otro. "¡Debería estar muerto, parecía un puñetazo tan potente como los de All Might!"
"¿Quién eres? ¿Eres un héroe?"
Reiji se levantó lentamente, apretando la mandíbula. Sintió cómo parte del tejido regenerado dolía como si su carne se hubiera cocido y desecho al mismo tiempo.
Escuchó las sirenas.
Los héroes venían.
No podía quedarse.
"Solo… tuve suerte" Murmuró, y antes de que alguien más le hablara, se dio la vuelta, se colocó la capucha y empezó a correr entre la multitud que ya comenzaba a abrir paso para los profesionales. Le dolía como el infierno sus costillas, su adrenalina inhibía un poco el dolor pero no era suficiente, además no solo fue el golpe, la armadura que había creado, había hecho que su sangre fuera consumida muy rápido, lo que lo dejaba el doble de fatigado... Y con unas gran ansias de sangre.
Un civil envalentonado. Así lo recordarían.
Una sombra más entre el caos.
Mientras caminaba, con la sangre acumulándose bajo su ropa como un río contenido, sus ojos naranjas brillaban de nuevo con esa mezcla de rabia y propósito.
'Ese golpe fue letal... De no ser por la armadura de sangre que cree, no creo haber sobrevivido...' Pensó molesto. 'Esa droga ya está circulando libremente. Y si ya afecta a usuarios aleatorios, entonces… Hunter se está moviendo'.
Y lo iba a encontrar.
Entre las voces alteradas, las sirenas y el temblor en los pies de quienes corrían, Reiji ya se había deslizado hacia la sombra de un callejón. Cojeaba un poco, los músculos de su abdomen vibraban con espasmos involuntarios, su cuerpo regenerándose a un ritmo dolorosamente lento.
Pero entonces lo vio.
A través del gentío que se dispersaba como agua entre rocas, una figura avanzaba en dirección contraria al caos. No era alguien cualquiera. No miraba el desastre con sorpresa o miedo. Caminaba con calma, con las manos en los bolsillos de una chaqueta de marca barata, la gorra baja, y la mirada oculta… pero el gesto, el ritmo de sus pasos, lo delataron ante los ojos entrenados de Reiji.
'El distribuidor…'
Todo encajó: estaba allí para asegurarse de que la droga funcionara, de que el efecto fuera registrado, o tal vez incluso para recuperar algo del consumidor si quedaba con vida. Y no parecía tener interés en quedarse a ver cómo lo atrapaban.
Reiji se enderezó con un gruñido bajo y comenzó a seguirlo.
La figura giró en una esquina que daba a una avenida más solitaria. Reiji aceleró, manteniendo distancia, cuidando cada paso para no levantar sospechas. La multitud comenzaba a desaparecer a sus espaldas. Era la oportunidad perfecta.
Pero el dolor…
Una punzada le atravesó el costado derecho como una lanza incandescente. Se detuvo unos segundos, apoyado contra un poste de luz. La sangre regenerada se revolvía en su interior. No podía estabilizarla sin más reposo. Y si forzaba su cuerpo otra vez, podría perder el control. O peor: colapsar.
Apretó los dientes, frustrado.
Volvió a levantar la vista justo cuando la figura cruzaba una reja oxidada, perdiéndose en una zona industrial abandonada.
Podía seguirlo.
Podía intentar atraparlo.
Pero también podía morir allí mismo.
Reiji bajó la cabeza, con los puños temblando de rabia contenida. Luego retrocedió lentamente, fundiéndose entre las sombras. Volvería. Cuando su cuerpo no estuviera al borde del colapso. Y su cerebro le gritara que matara algo y bebiera su sangre hasta dejarlo seco...
***
Reiji cerró la puerta con torpeza y dejó caer la mochila en el suelo. Caminó directo al sofá y se dejó caer pesadamente, como si algo invisible le colgara de los hombros. El silencio de la casa era sofocante.
Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas, y cubrió su rostro con ambas manos.
El temblor en su mandíbula volvió. Esa vibración sutil pero implacable que subía desde el estómago y le presionaba los dientes hasta que dolían. Su cuerpo parecía negarse a sanar, si es que se le negaba esa extraña necesidad...
La saliva se acumulaba en su boca sin permiso. El recuerdo del sabor metálico lo acuchillaba desde dentro. Cerró los ojos con fuerza.
'Contrólate… No ahora… '
Pero el vacío seguía allí. Y con él, la necesidad.
Entonces, la puerta volvió a abrirse. Su respiración se detuvo por un segundo.
Himiko.
Reiji no levantó la mirada. Esperaba que subiera directo a su habitación. Que no lo notara. Que no viera lo que estaba pasando.
Pero la voz de ella lo encontró igual.
"¿Reiji? ¿Ya llegaste?"
Su tono estaba cargado de un leve alivio, pero también preocupación. Él no respondió. Solo apretó más la mandíbula, ocultando la mirada.
Ella se acercó sin miedo, cruzando la habitación hasta quedar frente a él.
"¿Estás bien?"
"S-si..."
"Mentira"
Ella lo observó con atención. Había algo distinto. El sudor en su frente, los ojos entrecerrados, el leve jadeo contenido… Ella ya conocía esos síntomas. Los conocía demasiado bien.
"¿Cuánto tiempo llevas sintiéndolo?"
Reiji no contestó.
"Reiji, mírame"
Él levantó la cabeza lentamente. Sus ojos estaban enrojecidos, húmedos, como si llevara horas luchando contra sí mismo.
"No quería que tú lo supieras" Murmuró, esta vez no era mentira. Siempre se había preocupado de que ella no lo supiera, no por temor a lo que pueda decir, sabia que Himiko lo apoyaría... Era mas bien para que ella no se preocupara, como él lo hacia antes.
Himiko frunció el ceño, se arrodilló frente a él y tomó sus manos con firmeza.
"¿Lo tienes también? ¿La misma necesidad?"
Reiji desvió la mirada, avergonzado. "No tan seguido como tú. Pero hoy... Hoy ha sido complicado..." No revelo mas, no iba a desentrañar todos sus secretos por un momento de debilidad... Solo lo necesario.
Ella se acercó más, sin soltarlo. "¿Te duele?"
Él asintió, en silencio.
"¿Quieres mi sangre?"
"No. No quiero eso. No puedo..." Apretó los ojos con fuerza, intentando contener el temblor en su voz. "No quiero usarte así"
Himiko lo observó en silencio. Y entonces, con una expresión dulce, casi luminosa, se puso de pie. Sus manos temblaban, pero no por miedo. Había algo eléctrico en sus movimientos. Luego, sin decir más, se sentó sobre él. A horcajadas.
Reiji abrió los ojos, sorprendido. Eso... Era algo mucho mas intimo de lo que podría parecer.
"Himiko..."
"No lo pienses tanto" Murmuró ella, acercando su rostro al suyo. "Sabes que lo quieres... Y ya te dije que solo tu me importas"
"No deberías—"
"Shh." Le puso un dedo sobre los labios. "Esta vez, déjame a mí"
En la historia original Himiko aunque era una desquiciada asesina, también mostraba una preocupación y cariño excesivo con sus amigos. Pero con Reiji era diferente, su hermano menor, había compartido con él desde su nacimiento y es casi una obsesión tan grande como la sangre...
Reiji intentó apartar la mirada, pero ella sostuvo su rostro con ambas manos, con ternura, obligándolo a verla.
"Confía en mí. Como yo confío en ti cuando me lo das"
La cercanía era asfixiante. El aroma de su cuello, el calor de su cuerpo, la forma en que sus piernas se afianzaban a los costados de su cintura... Todo eso lo empujaba más allá del límite.
"No me hagas suplicar" Susurró ella, con una sonrisa torcida. "Tómala"
Reiji tembló. Sus manos subieron con lentitud hasta sostenerla por la cintura, como si necesitara anclarse para no perder el control.
Luego, muy despacio, se acercó a su cuello. Lo rozó con la nariz, respirando hondo, como si aún le quedara una mínima duda.
"Solo un poco" Murmuró él, casi rogando.
"Todo lo que necesites."
Y entonces la mordió. Reiji cerró los ojos mientras sus colmillos se hundían con cuidado, como si temiera romper algo frágil.
Himiko contuvo el aliento al sentir la mordida. No se movió. Solo aferró con suavidad los hombros de su hermano, inclinando la cabeza para dejarle espacio. Sus manos temblaban, pero no por miedo. Era una mezcla extraña de alivio y cercanía, de ese entendimiento silencioso que solo ellos compartían.
La sangre fluyó, caliente y viva. Y por un momento, el mundo dejó de pesar sobre sus cuerpos.
Cuando Reiji se separó, lo hizo con los labios manchados, la respiración agitada y los ojos enrojecidos, pero ya no por dolor.
Himiko deslizó una mano por su espalda, y lo abrazó sin decir una palabra. Cerró los ojos mientras apoyaba su frente contra la de él, en un gesto suave, casi infantil.
"¿Ves?" Murmuró. "No tienes que cargar esto solo."
Reiji no respondió. Solo permaneció ahí, respirando con dificultad, pero más tranquilo. Dejó que ese abrazo lo envolviera, no como refugio, sino como recordatorio de que aún había alguien que entendía lo que dolía por dentro.
"Ahora me toca a mi..." Dijo con su rostro sonrojado, antes de hundirse en el cuello de Reiji clavando sus colmillos. En ese momento, la claridad de Reiji volvió...
'Mierda… esto…'
El calor de la mordida lo sacudió más de lo esperado. Su respiración se volvió errática, y por primera vez en mucho tiempo, no supo cómo sentirse.
'No se supone que una relación de hermanos sea así. Pero…'
En sus dos vidas, nunca había sentido un deseo físico real. No lo necesitaba, no lo quería. Había cosas más urgentes que eso. Sin embargo, ahora con Himiko aferrada a él, su rostro enrojecido, su cuerpo tan cerca, no pudo ignorar lo que su propio cuerpo le estaba gritando.
'Esto no está bien'
Cerró los ojos con fuerza, intentando borrar todo lo que no debía sentir. La sensación de los labios de Himiko, su respiración acelerada contra su cuello, la presión de sus piernas alrededor de su cintura…
'Soy un adulto responsable. Tengo que solucionarlo de otra forma…'
Cuando ella se separó, su rostro estaba sonrojado. Sus ojos, ligeramente nublados, no ocultaban la emoción acelerada que la recorría.
Reiji se obligó a mirarla con firmeza, aunque su corazón también estuviera latiendo con fuerza.
"Himiko…" dijo con tono seco pero sin dureza. "Tenemos que irnos a dormir. Es muy tarde"
"¿Eh...? Pero…"
"Pero nada"
Se incorporó y, con suavidad, la bajó de encima de él. No fue un rechazo violento. Fue una línea trazada con determinación. Una que, por ahora, debía mantenerse firme.
Ella se quedó sentada en el sofá, bajando la mirada, sin decir más.
Reiji se giró hacia la escalera, sin volver a mirarla. Porque si lo hacía… tal vez esa línea se rompería.