BNHA: Yo soy Reiji Toga

Chapter 13: Capitulo 13: Misión [2]



El tren avanzaba lento entre los suburbios de Musutafu. Reiji iba sentado solo, con la capucha puesta y los brazos cruzados, mirando su reflejo en la ventana. Habían pasado un par de semanas desde su primer trabajo en cubierto, su actividad había aumentado drásticamente desde ese momento, tal y como Hawks le había dicho.

Desde Tokio, le habían asignado una misión simple: vigilancia y registro. Nada de contacto, nada de interferencia. Su objetivo era una pequeña bodega industrial que, según informes internos, estaba siendo usada para distribuir drogas desestabilizadoras de Quirk, las cuales provocaban incidentes públicos con dones fuera de control.

La Comisión lo dejó claro: "Solo observación. Prioriza la información. No actúes bajo ninguna circunstancia"

Al llegar al lugar, Reiji se movió como lo había hecho tantas veces antes: rápido, silencioso, preciso. Subió al techo de un edificio vecino y esperó. Desde allí tenía vista directa al portón lateral de la bodega.

Pasaron quince minutos. Luego apareció la furgoneta.

Descendieron tres hombres adultos y dos jóvenes. Llevaban cajas selladas, pequeñas y metálicas. Su información revelaba que ese era justamente el cargamento que estaba buscando, aunque lo que lo hizo fruncir el ceño no fue eso. Fue lo que vino después.

Un grupo de cuatro niños salió desde el interior de la bodega. Tenían entre ocho y trece años. Uno de ellos arrastraba una caja más grande que él. Otro tosía de forma constante, como si tuviera los pulmones quemados.

A Reiji se le tensaron los hombros.

Los observó en silencio mientras activaba la cámara térmica. Grabó todo. Rostros, movimientos, placas del vehículo, incluso los diálogos que alcanzaba a captar con el micrófono direccional. Lo hacía bien. Como le enseñaron.

Pero algo dentro de él empezaba a removerse.

Uno de los niños tropezó. Cayó de rodillas con la caja encima. Uno de los adultos se acercó de inmediato, pero no para ayudarlo. Le gritó. Lo tomó del brazo. Lo obligó a levantarse y seguir cargando.

Reiji no se movió.Pero su mandíbula se tensó tanto que empezó a dolerle.

Entonces, uno de los niños, el más pequeño, apenas un crío de cara delgada y ojos hundidos, alzo la vista al cielo mirando las nubes... Hasta que giro la cabeza hacia él, no lo miraba exactamente a él pero sus ojos mostraba estar perdido totalmente y que estuviera pidiendo una ayuda que probablemente nunca llegaría.

Reiji sintió un nudo seco en el estómago. Por un instante, no estaba en Musutafu. Estaba en aquella habitación blanca, con tubos saliendo de su cuerpo, con batas caminando a su alrededor, con la sensación de que su vida no le pertenecía.

Él también había sido un niño en manos de adultos sin rostro. Y nadie lo había salvado.

"Reiji, reporte" Su trance fue cortado, cuando una voz resonó en su comunicador. Todavía estaba en su trabajo y tenia que actuar como tal.

"Objetivo confirmado. Grabación completa. Me retiro" Repitió, su Quirk se activo a su lado en una pequeña aguja, pero rápidamente desistió... Sabia que probablemente actuar ahora no solo seria perjudicial para él, sino también para todos los niños intrincados en esa maldita red.

"Recibido"

Saltó del techo minutos después y desapareció por una calle secundaria. El viento le golpeaba la cara. Pero no logró despejarle la mente.

Caminó hacia la estación con paso firme, aunque por dentro… estaba a un solo recuerdo de romperse.

***

El domingo trajo consigo una extraña calma.

La casa tenía ese ambiente templado y adormecido que solo se alcanzaba cuando todos estaban en casa y no había obligaciones urgentes. La televisión murmuraba desde el comedor, los padres hablaban a media voz en la cocina, y el sol entraba filtrado entre las cortinas, dándole a todo una pátina cálida y doméstica.

Reiji llevaba casi toda la mañana sin hacer nada productivo. No entrenaba. No le habían asignado ninguna misión. Y aunque debería haber aprovechado para descansar de verdad, no podía evitar sentirse un poco fuera de lugar. Sentado en el sofá, descalzo, solo observaba a Himiko con una taza de té en la mano.

Ella estaba de espaldas, revolviendo azúcar en su té con la punta del dedo. No era la misma niña inquieta y ruidosa de antes. Con el paso de los años, se había vuelto más serena… pero también más extraña, en una forma que solo Reiji podía notar.

Y él tampoco era el mismo. Lo había notado hace un tiempo frente al espejo: sus rasgos se habían afilado, sus ojos se veían más profundos, y su piel, aunque sana, tenía un tono que no terminaba de coincidir con el resto de su familia. No podía explicarlo. Solo... estaba cambiando.

Y lo peor: no sabía si eso era natural.

Himiko regresó con dos tazas, dejándose caer en el sillón a su lado. Se recostó contra él sin pedir permiso, como solía hacer desde hacía un año. 

"Toma. Es de manzanilla" Dijo ella, estirándole una taza.

"Gracias"

Bebieron en silencio por un momento.

"¿Dormiste algo anoche?" Preguntó ella, sin mirarlo.

"Un poco. ¿Y tú?"

"Nada nuevo"

Volvieron al silencio, pero no era incómodo. Era ese tipo de pausa que compartían desde chicos, donde bastaba con respirar al mismo ritmo para sentirse acompañados.

Reiji rompió la calma después de un rato. Pensando en lo que había visto hace algunos días, sumado a su vida pasada.

"¿Ya decidiste qué vas a hacer después de la secundaria?"

Himiko no respondió al tiro. Bajó la taza, pensó unos segundos, y luego asintió.

"Sí. Voy a postular a la U.A."

Él parpadeó. Esto era... ¡Esto no lo esperaba para nada! Sabia que inevitablemente el destino de Himiko cambiaria muchas cosas ¿Pero en la U.A propiamente tal, siendo una heroína? 

"¿U.A.? ¿En serio?"

"Departamento general. No me interesa el curso de héroes. No me gusta la idea de gritar nombres raros ni pelear en mallas... Aunque yo creo que a ti si te quedaría" Hizo una pequeña pausa antes de continuar después de la pequeña broma que solo ellos dos entendieron "Pero… sí quiero estar cerca. Quiero aprender algo útil. Tener opciones. Y si tú vas a terminar allá…

Lo miró de reojo, casi tímida.

"…quiero estar contigo"

Él no dijo nada. Pero la forma en que bajó la mirada bastaba.

"No me mires así. No lo hago solo por seguirte. Es algo que realmente quiero. Pero si puedo tenerte cerca… eso es suficiente para intentarlo. Si fundas una agencia puedo ejercer muchas formas de ayudarte, no con mi Quirk debido a ya tu sabes pero... Todavia existen muchas formas"

Reiji desvió la vista.

"No es un lugar fácil"

"Tampoco tú eres fácil. Y aquí estoy"

Ella sonrió, y se recostó más, hasta apoyarse contra su cuello.

Reiji notó el calor de su respiración. Su cercanía no era accidental. Era medida, deseada. Sabía lo que hacía. Sintió cómo la mano de ella se deslizaba lentamente hasta su brazo, y cómo sus dedos se apretaban alrededor de su muñeca con suavidad, casi como si midiera su pulso.

"Si ese es tu deseo. Entonces espero que estudies bien para lograrlo"

Ella no respondió. Solo se acercó más, y sin previo aviso, le pasó la lengua por el cuello. Luego, sin darle tiempo a apartarse, lo mordió suavemente y succionó una pequeña gota de sangre.

Reiji se quedó quieto. No fue doloroso. Pero tampoco fue casual.

"Himiko…"

"Lo siento" Dijo, aunque su voz no sonaba arrepentida "Solo un poco. Tu sangre... Se vuelve más deliciosa cada vez"

Él tomó su muñeca y la apartó suavemente.

"No puedes hacer eso"

"¿Por qué no? Es tu culpa que sepa tan bien"

"No soy comida"

El silencio volvió, más espeso que antes. Y sin embargo, Reiji no la apartó del todo. Le gustaba sentir que había alguien siempre dispuesto para él, esa figura que tanto deseo en su otra vida... ¿Cómo podía el rechazarla tan fácilmente?

La abrazó con un brazo, despacio, apoyando la barbilla sobre su cabeza. No habló más. Solo la sostuvo.

Y mientras el sol se colaba por las ventanas, y el sonido de la televisión subía una pizca desde el comedor, Reiji pensó en lo irónico que era todo.

***

El murmullo de la televisión seguía de fondo, pero ya nadie la escuchaba.

La casa entera parecía haberse rendido al silencio. En el sillón principal, bajo una manta tibia y en una posición más incómoda de lo que admitía, Reiji tenía a Himiko dormida encima.

Su respiración era suave, cálida y rítmica. Tenía una pierna cruzada sobre las suyas y una mano escondida bajo su camisa, Reiji no sabia cuando eso se había metido ahí pero no estaba haciendo nada indebido, así que lo ignoro.

Desde afuera, podría parecer tierno.

El cuerpo le pesaba, pero no era cansancio físico, tampoco era el paso de Himiko. Era algo más. Algo que venía acumulando desde hacía días, desde antes de la misión, y que ahora… se le desbordaba en el pecho.

Cerró los ojos. Solo un momento.

La luz era blanca. No había ventanas. Solo paredes lisas y un techo que zumbaba con electricidad estática.

Sentía frío en la espalda. Estaba desnudo de cintura para arriba, acostado sobre una superficie metálica. La piel pegada al acero. El aire olía a alcohol y látex.

Intento moverse, pero todas sus extremidades parecían estar atadas.

Un leve tirón provocó el sonido metálico de las correas tensándose.

Abrió los ojos. La luz lo cegó por un segundo.

Había sombras moviéndose a su alrededor. Hombres y mujeres con batas. Ninguno lo miraba directamente.

"El patrón celular es estable"

Las voz era plana. Metódica. Como si hablara de un experimento cualquiera. No de un niño.

Sintió una aguja entrar en su brazo izquierdo. La quemazón fue inmediata. El liquido se entremezclo con su sangre como tinta negra en agua clara.

Intentó gritar. No pudo. Tenía algo en la garganta. Un tubo. No, dos. Uno que bajaba por la tráquea. Otro que lo conectaba a una bolsa con líquido. Respiraba a la fuerza.

En algún lugar cercano, alguien más lloraba. Una voz infantil. Quejidos. Sollozos. No los conocía, pero los reconocía. Eran suyos, aunque no salieran de su boca.

Tal vez otra camilla. Tal vez otro "sujeto de control".

Y entonces, una figura se acercó.

Más alta que las otras. Llevaba guantes. Gafas protectoras. Mascarilla quirúrgica.

No tenía rostro.

"No muestra señales de disociación todavía" Dijo con tono neutro, mientras le abría los párpados con el pulgar "Interesante."

Le revisó los ojos. Los dientes. La lengua. El cuello. Todo.

La figura se inclinó, y susurró algo cerca de su oído:

"¿Qué te sostiene, chico?"

"¿O todavía crees que alguien vendrá por ti?"

La camilla vibró bajo su espalda. Su cuerpo intentaba moverse, pero no podía. La cabeza zumbaba. El pecho ardía.

Y justo entonces, sin lógica, sin permiso, la imagen del niño de Musutafu apareció en su mente.

Los ojos vacíos. La caja entre los brazos. La voz temblorosa, mirando hacia él.

"¿Tú también esperabas a alguien?"

Reiji abrió los ojos bruscamente.

El techo era diferente. Bajito. De yeso. La manta sobre su pecho pesaba, pero no era fría. Himiko seguía dormida, hundida contra él, como si nada hubiera pasado.

Su respiración era lenta. El reloj del comedor marcaba las dos de la madrugada. Afuera lloviznaba.

Se incorporó apenas. El corazón le latía con fuerza, rápido. Su mente repasando la maldita pesadilla que lo había vuelto a invadir, habían pasado años, más de una década. Sin embargo, todavía lo sentía vívidamente.

Llevó una mano a su cuello por reflejo. Nada. Ni tubos. Ni presión.

El sudor le corría por la nuca. Los dedos le temblaban.

Himiko murmuró algo entre sueños y se aferró más a él. El contacto le devolvió algo de calor.

Reiji se quedó así. Sentado. Quieto. Sin moverse. Había dormido suficiente, su recuperación le permitía mantenerse despierto, con la suficiente comida... Y eso era mucho mejor que volver a aquel lugar.


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