Chapter 107: "una verdad que se ignoraba."
recuerden mi patreon/YoDarki.
ko-fi.com/yofranco se aceptan donaciones
dejen su piedras de poder.
-.----------------------------
Luego de haber terminado su aventura, Wanda y Harry volvieron al castillo, donde se separaron para seguir con sus propias tareas.
Harry, por su parte, caminaba un poco molesto porque seguía recibiendo las miradas de odio de algunos estudiantes, pero comenzó a ignorarlas mientras se dirigía al encuentro con sus amigos.
Wanda, en cambio, llamó rápidamente a Loki y a Tony para avisarles que tenía los ingredientes que le habían pedido. Tras entregárselos, se fue a jugar con Daphne.
Así pasó otro día tranquilo en Hogwarts.
Mientras Harry caminaba solo por el patio en busca de Wanda—pues gracias a Hagrid se había enterado de cuál sería la primera prueba y quería advertirle—, Ron y Hermione se habían separado para buscarla por diferentes lugares. Como Wanda solía ser bastante inquieta, no había un sitio fijo donde encontrarla.
—¿Por qué tan tenso, Potter? Cierto... ahora era Flamel, ¿verdad? —dijo Malfoy, quien estaba subido a un árbol por alguna razón.
Harry simplemente lo ignoró y siguió caminando, pero Malfoy continuó hablando.
—Mis compañeros de Slytherin y yo hicimos una apuesta. Dije que no durarías ni diez minutos en el torneo —comentó antes de saltar del árbol y reunirse con su grupo—. Pero ¿qué crees? Ellos opinan que no durarás ni cinco.
—Creo que tu padre no estará orgulloso de ver a su hijo siendo tan patético... si es que las noticias llegan a Azkaban —respondió Harry antes de darse la vuelta y seguir su camino.
Draco, al escuchar esto, enfureció y sacó su varita para atacar a Harry por la espalda. Sin embargo, Sirius apareció a un lado y habló con autoridad.
—No te aconsejo hacer eso. Aunque seas el hijo de mi prima, no me importará hacer desaparecer cada uno de tus huesos para darte un poco de disciplina... algo que parece que tus padres no te dieron. Ahora, si no quieres ser brutalmente destrozado delante de todo el patio de Hogwarts, será mejor que desaparezcas.
Malfoy empezó a temblar bajo la mirada de Sirius, pero intentó recuperar la confianza.
—Mi familia se enterará de esto.
—¿De verdad? ¿Cuál de los dos? ¿Tu padre, el que ahora está encerrado en Azkaban, o tu madre, la que gracias a mí no fue investigada por cómplice? —dijo Sirius con molestia.
Draco palideció y, sin decir más, salió corriendo junto a sus seguidores.
—Señor Black, aquí nunca usamos amenazas contra los estudiantes —intervino la profesora McGonagall, quien apareció junto a Natasha, pues al parecer estaban juntas cuando un alumno las alertó.
—Oh, pero profesora, yo no estaba amenazando, solo le daba un recordatorio. Después de todo, yo no era el único que estaba a punto de hacer algo así —dijo Sirius, mirando de reojo a Natasha, quien guardaba discretamente un arma en su bolsa expansible.
Entonces, Sirius dirigió la mirada al segundo piso, donde Wanda observaba fijamente a Malfoy con una sonrisa en los labios. Al sentir la mirada de McGonagall y Sirius, rápidamente saludó con inocencia.
Por otro lado, en el techo del castillo, Stephen bajaba un arco y flechas de luz antes de hacerlas desaparecer.
En el patio, Tony desarmaba un guantelete extraño que brillaba en su palma y lo guardaba dentro de su collar.
Y detrás de una viga, Loki sostenía un par de cuchillos arrojadizos en sus manos.
Todos, de manera sincronizada, fingieron que no estaban a punto de fulminar a Malfoy y continuaron con su camino como si nada hubiera pasado.
McGonagall, dándose cuenta de lo que Sirius insinuaba, suspiró y se dirigió a Natasha.
—¿Usted también, profesora Flamel?
—Lo siento, fue un reflejo... —respondió Natasha, un poco avergonzada.
McGonagall negó con la cabeza y la llevó aparte para hablar con ella. Sirius, sorprendido de que fuera la primera vez que Natasha hacía algo para ser regañada, no quiso perderse el espectáculo.
—No me puedo perder esto. Harry, si todo está bien, nos vemos luego —dijo antes de despedirse y seguir a McGonagall y Natasha.
Harry no le dio importancia y recordó que Wanda estaba en el segundo piso, por lo que corrió a buscarla.
Después de un rato, la encontró jugando con Luna Lovegood y Ginny, quienes le mostraban a Wanda la invocación de Luna: un pequeño dragón negro.
—Wanda, al fin te encuentro. ¿Por qué nunca tienes tu MagicPhone encima? —reclamó Harry al ver a su hermana.
—¡Mira, Harry! El pequeño dragón de Luna es tan genial —exclamó Wanda, ignorando por completo su pregunta mientras le mostraba la criatura con entusiasmo.
Harry observó al pequeño dragón con sorpresa, pero pronto recordó la razón por la que estaba buscando a Wanda.
—Wanda, es un dragón —dijo Harry rápidamente.
—Duh, obviamente es un dragón —respondió Wanda, mirando a Harry como si fuera un idiota mientras acariciaba la cabecita del pequeño dragón negro.
—No. La primera tarea es un dragón —insistió Harry con urgencia.
—¿Qué tarea? —preguntó Wanda distraídamente—. Ah, cierto... la tarea —dijo, recordando de qué hablaba su hermano.
—Así es, tenemos que enfrentarnos a un dragón. Hagrid me llevó a verlos en el Bosque Prohibido —explicó Harry con un ligero temblor en la voz.
—Entonces, parece que la primera competencia será bastante fácil —comentó Wanda con tranquilidad mientras devolvía el pequeño dragón a Luna—. Me pregunto si los abuelos nos dejarían criar uno en la mansión... —agregó, pensando en algo tonto.
—¿En qué mundo enfrentar a un dragón es algo fácil? —exclamó Harry con frustración.
Wanda lo miró fijamente y respondió con calma:
—¿De qué hablas, Harry? Ninguna criatura mágica nos haría daño a menos que nosotros hagamos algo primero.
—¿Qué? —preguntó Harry, confundido.
—Mmm... ¿No te diste cuenta? Fuimos al Bosque Prohibido hace unos días y ninguna criatura nos atacó —señaló Wanda, observándolo con curiosidad.
Harry intentó recordar el recorrido y, para su sorpresa, notó que era cierto. Habían caminado por el bosque como si fuera un sitio común y corriente, y en ningún momento fueron atacados. Incluso cuando se cruzaron con algunos animales, estos simplemente los miraron y los ignoraron.
—¿No te diste cuenta? —repitió Wanda con una ceja en alto.
—Ahora que lo dices... Tal vez estaba demasiado concentrado pensando en cuál sería la primera tarea y no le presté atención —admitió Harry. Incluso en la zona segura del bosque, muchos animales mágicos solo lo miraban sin parecer inseguros o en peligro.
El único ser que mostró molestia con su presencia fue Fluffy, pero eso era comprensible debido a un resentimiento antiguo.
—¿Pero los dragones no serán diferentes? —preguntó Harry rápidamente.
—Mmm... tal vez. Entonces deberías prepararte por si acaso —respondió Wanda con naturalidad antes de seguir molestando al pequeño dragón en manos de Luna.
Harry, aún pensativo, se dio la vuelta y se fue caminando.
Después de un rato, se encontró con Ron y Hermione y les contó sobre su conversación con Wanda.
—¿Cómo puede ser que las bestias no te ataquen? —preguntó Ron incrédulo.
—Pero, Ron, fui al Bosque Prohibido, lleno de criaturas mágicas, y ninguna nos atacó —insistió Harry.
—Eso es tan raro... Es como las historias del señor Newt Scamander, o incluso más exagerado —murmuró Hermione, pensativa.
—¿Y si le preguntas a Stephen? —sugirió Ron.
—Buena idea —aceptó Harry antes de separarse de sus amigos. Sentía que esto tenía que ver con su familia.
Stephen estaba con un grupo de estudiantes entrenando cerca del lago, por lo que Harry se acercó y le expuso su inquietud.
—Bueno, Harry... ¿De dónde nacimos nosotros? —preguntó Stephen mientras hacía aparecer una silla y se sentaba.
—¿De sus padres? —respondió Harry sin comprender bien.
—¿Y quiénes son, técnicamente, nuestros padres? —volvió a preguntar Stephen con una sonrisa enigmática.
Entonces, Harry se dio cuenta de algo que siempre había ignorado. Ya fuera porque no le prestaba atención o porque no parecía relevante en el día a día.
—Del mundo y de la magia que existe en este... —respondió lentamente.
—Así es, Harry. Las bestias viven en el mundo, por lo que nos perciben como parte de él. Y, por cierto, al volverte nuestro hermano, también te volviste parte del mundo. Por eso las bestias no te atacarán a menos que tú ataques primero —explicó Stephen con la paciencia de un maestro.
—Pero siempre pensé que ustedes lo decían como una analogía, ya que nunca supieron quiénes eran sus padres —dijo Harry con rapidez.
—Bueno, nunca lo ocultamos de todas maneras. Pero nosotros fuimos creados por la magia del mundo. Y no, no nacimos como otros magos o muggles. Pensé que eso había quedado claro —dijo Stephen con una sonrisa tranquila—. Bueno, eso es todo lo que te diré... a menos que sea necesario.
Luego, con un gesto, le indicó a Harry que se fuera. Estaba ocupado entrenando a los demás.