Young Master Jian is Too Much of a Cuck

This story is inspired by the book The Emperor Wants to Be Freed. Author: Hidden Goose It's a shame that most people who write netorare cuckold voluturism out of pleasure sometimes get lost or don't publish anymore anyway. I try to read their stories, the one about most hidden greens in netorare cuck tag.

El emperador Lian ordena a su esposa Gianna que recompense a su leal subordinado Kai en una noche llena de deseo, sumisión y nuevas dinámicas de poder que transforman su relación para siempre.

En los opulentos salones del palacio imperial, donde el aire olía a incienso y poder, el emperador Lian observaba con una mezcla de deseo y curiosidad. Su esposa, Gianna, una mujer de piel negra como la noche y curvas que desafían la imaginación, estaba de pie ante él, con una mirada que reflejaba una mezcla de sumisión y excitación. Lian, con su túnica de seda dorada y su porte imponente, se acercó a ella y le susurró algo al oído que hizo que Gianna bajara la cabeza, aceptando su destino con una mezcla de nerviosismo y anticipación.

—Gianna, mi amor —dijo Lian con voz firme pero cargada de lujuria—, hoy te pido algo que solo una mujer como tú puede hacer. Kai, mi más leal subordinado, merece una recompensa. Y tú, mi querida esposa, eres esa recompensa.

Gianna asintió lentamente, mientras sus grandes pechos subían y bajaban con su respiración acelerada. Sabía lo que se esperaba de ella, y aunque el corazón le latía con fuerza, su cuerpo ya comenzaba a responder al deseo que emanaba de la habitación. Kai, un hombre alto y musculoso de piel clara y ojos que brillaban con una mezcla de respeto y anhelo, se arrodilló ante el emperador, esperando instrucciones.

—Kai —dijo Lian, señalando a Gianna—, es tuya esta noche. Haz con ella lo que quieras, pero recuerda que es mi esposa. Trátala con el respeto que se merece, pero también con la pasión que ambos sabemos que tienes.

Kai asintió, con la mirada fija en Gianna, quien se dirigía a la cama con pasos lentos y sensuales. La habitación estaba iluminada por velas que proyectaban sombras danzantes en las paredes, creando una atmósfera íntima cargada de tensión sexual. El emperador estaba sentado en un trono cercano, con expresión impasible, pero sus ojos brillaban con una intensidad que delataba su excitación mientras observaba la escena que estaba a punto de desarrollarse.

Gianna estaba de pie al borde de la cama, iluminada por la tenue luz de las velas. Con movimientos lentos y pausados, comenzó a quitarse el vestido de seda negro, dejando al descubierto su piel suave y oscura. Sus pechos, grandes y firmes, se mecían libremente al caer el vestido al suelo, y Kai no pudo evitar tragar saliva al verlo. Sus pezones, erectos y oscuros, lo señalaban como una invitación silenciosa.

—Ven aquí, Kai —dijo Gianna con voz ronca, con un tono cargado de promesa—. El Emperador quiere que te diviertas conmigo. Y yo... quiero complacerlo.