Demond Slayer: Luz eterna

Chapter 4: Cap 4 El camino del guerrero



El sol estaba en su punto más alto mientras Haruto repetía, una y otra vez, los movimientos básicos que Jigoro Kuwajima le había enseñado. A su alrededor, el sonido de las hojas movidas por el viento apenas podía opacar los ecos de su respiración controlada. Su postura era firme, y las dos katanas, una larga y otra corta, parecían ser extensiones naturales de sus brazos.

A pesar de estar aún en proceso de perfeccionar su técnica, era evidente que Haruto poseía un dominio que iba más allá de lo básico. El entrenamiento con su padre y las semanas bajo la guía de Shinobu le habían otorgado un nivel de habilidad inusual para alguien de su edad.

—Eres bastante hábil para alguien que apenas comienza con la respiración —dijo Jigoro mientras lo observaba desde la sombra de un árbol—. Pero usar dos katanas al mismo tiempo requiere algo más que habilidad. Necesitas un estilo que aproveche esa ventaja, o será una debilidad.

Haruto se detuvo, respirando profundamente antes de girarse hacia el maestro.

—Sé que es complicado. Pero esto es lo que soy. No puedo cambiarlo, así que debo encontrar la manera de que funcione.

Jigoro asintió con seriedad.

—Eso es lo que quería escuchar.

La rutina diaria de entrenamiento dio un giro cuando un día, un joven con cabello rubio y desordenado llegó corriendo al dojo, tropezando y casi cayendo al suelo.

—¡Maestro! ¡Un demonio me persiguió hasta aquí! ¡Voy a morir! —chilló, escondiéndose detrás de Jigoro.

Haruto, quien observaba desde un rincón mientras limpiaba sus katanas, levantó una ceja y inmediatamente lo reconocio.

—¿Este es mi nuevo compañero? —preguntó, tratando de ocultar que ya lo conocía de su vida pasada.

—Sí, este es Zenitsu Agatsuma —respondió Jigoro con paciencia—. Puede que no lo parezca ahora, pero tiene potencial.

Haruto soltó una pequeña risa, algo burlona.

—Si el potencial es tan grande como su grito, seguro será un guerrero formidable.

—¡Oye! —protestó Zenitsu, mirando a Haruto con indignación—. ¡No es justo juzgarme sin conocerme!

Haruto se encogió de hombros.

—Muy bien, es solo una broma —

Así juntos ya pasaron semanas, Haruto y Zenitsu se hicieron compañeros de entrenamiento aunque este Zenitsu era 3 años más joven que Haruto.

Aunque Haruto ya tenía habilidades avanzadas, el uso de dos katanas seguía siendo un reto. Las respiraciones tradicionales no estaban diseñadas para un estilo dual, y eso lo frustraba.

—Haruto —dijo Jigoro una tarde, mientras lo observaba entrenar—. Estás intentando forzar algo que no encaja.

—Entonces, lo adaptaré —respondió Haruto, con determinación en los ojos.

A partir de ese día, comenzó a trabajar en un estilo propio. Usó lo que sabía del entrenamiento con su padre, en la respiración de rayo y lo que había aprendido con Shinobu para encontrar un equilibrio. La katana larga le daba alcance y poder, mientras que la corta se convirtió en una herramienta para ataques rápidos y precisos.

Zenitsu, quien también estaba entrenando, lo observaba con asombro.

—¡Eso es increíble! ¡Aunque no sé cómo puedes cargar con dos espadas sin caerte del cansancio!

—Quizás si entrenaras más y lloraras menos, lo entenderías —respondió Haruto con una sonrisa burlona.

Zenitsu infló las mejillas, claramente ofendido, pero no tuvo respuesta.

Mientras Zenitsu trataba de seguir el ritmo de la respiración del rayo, Haruto trabajaba en algo diferente.

Aunque dominaba algunas de las técnicas más básicas, su estilo de dos katanas seguía sin encajar del todo. Las respiraciones tradicionales simplemente no funcionaban para un estilo que necesitaba más coordinación y control

—¿Por qué no... por qué no funciona? —

se preguntó en voz baja, mirando sus katanas.

Pensó en lo que había aprendido hasta ahora: la respiración del rayo y el entrenamiento que su padre le había enseñado, las lecciones de Shinobu, su propio deseo de hacer algo único.

Zenitsu, que estaba a su lado, también descansaba. Se había caído varias veces durante el entrenamiento, pero había logrado levantarse con la misma energía de siempre.

—¿Sabes qué? —dijo Zenitsu mientras respiraba con dificultad

—. Tú y tus dos espadas... no entiendo cómo lo haces. Parece un lío de movimientos.—

Haruto soltó una risa. A pesar de que Zenitsu siempre se quejaba, su esfuerzo era palpable, y eso lo hacía respetarlo.

—Es un lío porque aún no lo domino. Pero alguna vez lo haré. No puedo dejarlo pasar.—

—¿Cómo puedes seguir adelante tan fácilmente? Yo... yo me caigo, me asusto, me lastimo, y tú... ¡tú sigues practicando! ¿No te cansas?

Haruto se inclinó hacia él, con una sonrisa serena.

—La clave es no rendirse, aunque las cosas se pongan difíciles. Lo que me ayuda es pensar en por qué lo hago. No entreno solo por mí. Entreno por todos los que dependen de mí.—

Zenitsu lo miró en silencio por un momento, asimilando lo que había dicho. Luego, con una sonrisa tímida, dijo:

—Yo... yo entreno para dejar de ser un cobarde. Para que no me sigan persiguiendo los demonios, como hoy.

Haruto lo observó, notando la sinceridad en sus palabras. Era un cambio, aunque pequeño. Sin duda, Zenitsu estaba empezando a entender lo que significaba entrenar, más allá de solo enfrentar su miedo.

—Sigue así. No te preocupes por ser perfecto. Solo mejora un paso a la vez —

dijo Haruto, levantándose para tomar sus espadas de nuevo.

Las semanas pasaron, y el entrenamiento de Haruto y Zenitsu siguió a un ritmo.

Ambos podían hacer algunos movimientos de la respiración del trueno.

Haruto estaba en pleno entrenamiento, practicando su estilo de dos katanas. Esta vez, estaba concentrado en un patrón de ataques rápidos, algo que había estado afinando: un movimiento de barrido con la katana larga seguido de un corte descendente con la corta.

—¡Vamos, Haruto! ¡Hazlo más rápido! —gritó Zenitsu desde el costado, apoyado en el suelo con las manos sobre las rodillas, recuperando el aliento.

Haruto le lanzó una mirada burlona, sin detenerse.

—¡Lo que pasa es que no puedo ser tan rápido como tú cuando corres! —le dijo, riendo.

Zenitsu, que había tropezado de nuevo mientras intentaba realizar un ataque básico, le lanzó una mirada fulminante.

—¡No es justo! ¡Yo soy más rápido que tú corriendo! ¡Deberías ser agradecido por mi habilidad para huir! —respondió con orgullo, frotándose la cabeza avergonzado.

Haruto no pudo evitar reírse. A pesar de las constantes caídas de Zenitsu, había algo impresionante en su determinación, y eso lo motivaba a seguir adelante con más fuerza.

Jigoro, observando la escena, suspiró.

—Los dos tienen mucho que aprender... —murmuró entre dientes. A pesar de sus críticas, no podía negar que veía en ellos una chispa que aún necesitaba ser pulida.

Esa tarde, después de un entrenamiento largo, Haruto decidió probar algo diferente. Se acercó a Zenitsu, quien estaba descansando junto a un árbol, comiendo algo de fruta.

—Oye, Zenitsu, ¿quieres practicar algo más allá de huir de los demonios? —preguntó Haruto con una sonrisa astuta.

Zenitsu levantó la cabeza, levantando una ceja.

—¿A qué te refieres? ¿No estoy practicando con mi mejor habilidad? —dijo, señalando su habilidad para correr.

Haruto se dejó caer frente a él, tomándose un descanso.

—No. Estoy hablando de combate real. Tú y yo, ahora. Un enfrentamiento. Sin demonios, solo nosotros. Ya sabes, como guerreros.

Zenitsu se quedó en silencio por un momento. Luego, se levantó lentamente y, con una sonrisa traviesa, respondió:

—¡Ah, claro! ¡Por fin! ¡Voy a demostrarte lo que puedo hacer! ¡Prepárate, Haruto!

—¿Estás seguro de que quieres hacerlo? Recuerda, no soy tan bueno como tú en correr... —le dijo Haruto, sonriendo mientras sacaba una de sus katanas.

Zenitsu, haciendo una exagerada pose de lucha, sacó su katana, que era algo más corta que la de Haruto. Pero no lo suficiente como para disuadirlo.

—¡Voy a vencerte! ¡Aún no sabes el poder de la respiración del trueno!

Haruto rodó los ojos, pero estaba disfrutando de la actitud de Zenitsu. No era el tipo de persona que se daba por vencido, y eso lo hacía un compañero más valioso de lo que pensaba.

Ambos se pusieron en guardia, y en el momento en que Zenitsu intentó lanzar su primer ataque, Haruto ya estaba un paso adelante. Con un rápido movimiento, paró el golpe de Zenitsu con la katana larga y, casi sin pensarlo, usó la corta para desarmarlo.

—¡Vaya, rápido! Pero no es suficiente —dijo Haruto, sonriendo mientras bajaba las espadas.

Zenitsu, sorprendido por lo fácil que le había ganado, se quedó quieto por un momento antes de saltar hacia atrás y gritar:

—¡No me rendiré! ¡Esto es solo el principio! ¡Respiración del trueno, segundo movimiento, ¡¡CIELO!! —Zenitsu avanzó, liberando su ataque con una rapidez inesperada.

Haruto, viéndolo venir, dio un paso atrás y paró el golpe con ambas espadas. Sintió la fuerza de Zenitsu empujándolo, pero la técnica todavía carecía de precisión.

Ambos comenzaron a chocar espadas pero la cantidad de estocadas y cortes que hacen el estilo doble de Haruto hicieron perder la postura de Zenitsu.

—¿Eso es todo? Vamos, Zenitsu. Si vas a intentar golpearme, necesitas algo más que velocidad —bromeó Haruto, lanzándose de nuevo al ataque.

Después de unos golpes Zenitsu cae derrotado.

A pesar de la habilidad de Haruto, Zenitsu comenzó a mejorar en el combate, aunque a su propio ritmo. Haruto podía ver el progreso, y eso lo motivaba a seguir entrenando. A medida que las semanas pasaban, ambos se empujaban mutuamente, no solo en habilidades de combate, sino también en paciencia y determinación.

Una tarde, después de un combate particularmente agotador, Haruto se detuvo, respirando pesadamente. Miró a Zenitsu, quien se encontraba en el suelo, pero con una sonrisa de orgullo.

—Vas mejorando, ¿sabes? —dijo Haruto, mientras se sentaba sobre una roca, disfrutando del frescor de la tarde.

Zenitsu, respirando entrecortadamente, se sentó también, mirando al cielo.

—¡Por supuesto! ¡El trueno nunca se detiene! ¡Y yo tampoco! —respondió Zenitsu, con una risa nerviosa.

Haruto le lanzó una mirada burlona.

—¿De qué sirve el trueno si no sabes cómo usarlo? —bromeó.

Zenitsu lo miró con una sonrisa traviesa.

—¡No soy solo un grito, Haruto! ¡Puedo ser un trueno con mucho estilo! —respondió, antes de dejarse caer al suelo, agotado.

Haruto se echó a reír.

—No te preocupes, Zenitsu. Algún día serás tan rápido como el trueno. Solo tienes que dejar de gritar tanto... o los demonios van a huir de ti antes de que llegues.

Zenitsu lo miró con una mezcla de confusión y admiración.

—¿Eso fue un cumplido o un insulto?

—¿Por qué no ambos? —respondi, con una sonrisa.


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