BNHA: Yo soy Reiji Toga

Chapter 9: Capitulo 9: Secretos [3]



El ruido de los autos mezclado con la bocina insistente de un camión de reparto llenaba el ambiente. Era mediodía, y la ciudad se movía con ese ritmo caótico y constante que parecía ignorar a quienes caminaban solos entre la multitud.

Reiji avanzaba por una vereda estrecha, el uniforme escolar a medio abotonar y la mochila colgando de un solo hombro. Había salido temprano ese día. Un permiso escolar por una supuesta revisión médica. Mentira piadosa. Solo necesitaba un respiro. Tiempo para pensar. Para alejarse del ruido de Himiko, de las preguntas de su madre, de la carta que no dejaba de revolverse en su memoria.

Cruzó la calle justo cuando el semáforo cambiaba y giró por una vía menos transitada, una zona con pequeños locales que siempre parecían estar al borde de cerrar: talleres de bicis, tiendas de reparación de relojes, una papelería que solo abría cuando el dueño tenía ganas.

Fue en esa calle, precisamente en esa calle, que lo sintió.

No fue el cosquilleo clásico. No esta vez. Fue otra cosa. Un silencio en medio del ruido. Un segundo de calma artificial, como si alguien hubiera bajado el volumen del mundo justo a su alrededor.

Reiji se detuvo, fingiendo mirar una vitrina con relojes viejos. Su reflejo lo mostró antes de que se diera la vuelta.

Un chico lo estaba observando desde el otro lado de la calle, inclinado contra una bicicleta atada con candado. Tenía gafas de sol sobre la cabeza, auriculares colgando del cuello, y una chaqueta gris desabrochada que no combinaba con nada.

No se movía. Pero sonreía.

Reiji lo estudió de reojo. Cabello rubio desordenado. Delgadez engañosa. Y ese aire de tipo agradable, no destacaba demasiado más allá de sus dos alas rojas que asomaban en su espalda.

Le recordó algo, pero no supo qué exactamente en ese momento. Todos los sucesos anteriores habían dejado su mente exhausta, demasiado como para recordar en donde había visto anteriormente al sujeto que estaba mirando por el reflejo.

El chico levantó una mano, como saludando a un conocido que no veía hace tiempo. Luego cruzó la calle, sin apuro.

"¿Sabes que te paras como alguien que ya espera un problema? " Dijo, sin presentarse, como si la conversación hubiera empezado mucho antes.

Reiji no respondió. Solo lo miró.

"Y no lo digo en mal sentido" Agregó, echando un vistazo alrededor "De hecho, es bastante útil. Notas antes algunas cosas"

Se inclinó ligeramente, bajando el tono:

"Como yo"

Reiji no respondió. Su cuerpo permanecía relajado, pero sus dedos en la correa de la mochila se habían tensado apenas.

"No te preocupes" Añadió el chico, con una sonrisa ladeada que irradiaba algo de relajación "No vine a pelear. Ni a probarte. Al menos no hoy"

Tomó asiento en la baranda de metal que delimitaba la acera. Desde esa posición, su rostro quedaba a la altura de Reiji.

"Solo quería ver si eras como decían" Le dio un pequeño vistazo de arriba abajo, sin burla, sin desprecio, más bien con genuina curiosidad "Y sí... Eres raro. En el buen sentido"

Reiji frunció apenas el ceño. Tratando de recordar de donde lo conocía. Pero esa manera de hablar, de moverse, de leerlo como si supiera más de lo que decía...

"¿Quién te dijo algo sobre mí?" Preguntó finalmente, con una voz neutra, claramente no era propio de su edad.

"Gente con tiempo libre" Respondió el chico, encogiéndose de hombros "Ya sabes cómo son las cosas en este mundo: todo el que destaca acaba en alguna lista"

"¿Y tú?" Reiji afiló la mirada "¿De qué lista vienes?"

El rubio se rio. Era una risa breve, controlada, pero auténtica.

"Buena pregunta. Digamos que estoy en entrenamiento. Trabajo medio tiempo para gente que observa desde la sombra... y medio tiempo para mí mismo"

Se levantó de la baranda, estirándose los brazos. Luego caminó unos pasos hacia la esquina, como si estuviera por irse.

"¿Cómo te llamas?" Preguntó Reiji de pronto, sin moverse.

El chico se detuvo, dándole la espalda. Giró solo la cabeza con una ceja levantada.

"Hawks"

Y entonces añadió.

"Si alguna vez necesitas hablar con alguien… Nos veremos por ahí"

Sin decir más, dobló por la esquina y desapareció entre la gente.

Reiji se quedó ahí. Sin moverse. Reconociendo finalmente porque aquella persona le parecía tan familiar. El tercer mejor héroe de Japón, o al menos eso recordaba, Hawks. Al menos, su identidad futura. De pronto todo cobro sentido claro, antes eran solo suposiciones pero finalmente llego a la conclusión de todo.

El ruido del mundo volvió como una marea, cubriendo el extraño vacío que había dejado esa breve conversación.

"Las alas más silenciosas no vienen del cielo"

Y ahora, por primera vez, se preguntó si el mensaje había sido más literal de lo que pensaba.

Bajó la mirada.

Había algo en el suelo. Una pluma. No, no una cualquiera. Era de un rojo oscuro, casi burdeos, imposible de haber pasado desapercibida… Salvo por el modo en que parecía haber aparecido sin ruido, sin aviso, justo a sus pies.

La recogió.

Abajo, en el tallo de la pluma, una palabra había sido escrita a mano con tinta negra, tan pequeña que parecía tallada:

"Kabuki – Línea 3 – Último vagón"

No era demasiado lejos de donde estaba, solo algunos minutos de caminata y llegaría, pero sabia perfectamente que no era para ahora ese mensaje. Guardo la pluma en su mochila, con miedo a dañarla de algún modo y volvió su rumbo original.

Tenia muchas cosas que anotar en su libreta.

***

Era tarde. Más de lo habitual.

Le había dicho a su madre que saldría a comprar algo de papelería para un proyecto. A Himiko que necesitaba aire, que no tardaría. Ella lo había mirado largo rato antes de asentir. No preguntó más. Últimamente, empezaba a entender cuándo no debía hacerlo. Sobre todo después de la pelea callejera.

El tren llegó con el sonido arrastrado del metal frenando. Reiji esperó. No se subió de inmediato. Contó los vagones con la mirada, uno por uno, hasta llegar al último.

El vagón vacío.

Las puertas se abrieron con un siseo cansado. Solo tres personas adentro. Un hombre dormido con el rostro cubierto por un periódico. Una mujer mayor mirando por la ventana. Y una tercera figura al fondo… 

Tomó asiento junto a la puerta, dejando su mochila entre los pies. La luz blanca del vagón zumbaba levemente. Sacó su teléfono. No lo miraba. Solo lo sostenía para parecer un niño más.

Pasaron dos estaciones. Luego tres.

Nada.

'¿A que estas jugando, Hawks?' Y justo cuando empezaba a creer que tal vez había malinterpretado todo, sucedió.

Un parpadeo eléctrico.

La luz del vagón cayó durante medio segundo al llegar a la estación y abrirse las puertas. Apenas nada. Una oscilación.

Pero cuando regresó, Reiji lo supo. Lo sintió.

Alguien más estaba allí.

Alzó la vista.

Un adolescente, de pie en el otro extremo del vagón. Parecía uno más, alguien común.

No lo miraba directamente, pero tampoco se movía como alguien con destino. Era como si su existencia allí tuviera un propósito distinto. Como si solo existiera para ser notado. Y Reiji lo notó.

La sensación en su nuca se activó al instante, esa alarma muda que ya empezaba a entender como su sexto sentido. No era amenaza… pero tampoco tranquilidad.

El tren siguió su curso.

Una estación. Otra más.

Reiji no se levantó. El adolescente tampoco.

La quinta estación llegó. Las puertas se abrieron con su quejido usual. Reiji fingió buscar algo en su mochila. No encontró lo que esperaba.

La pluma seguía ahí. Intacta... Pero no estaba sola.

Un sobre blanco, doblado con pulcritud, lo esperaba junto a ella. Sin remitente. Sin dirección.

Solo una palabra escrita con la misma tinta negra precisa de antes.

"Reiji"

Cuando levantó la cabeza de nuevo… El adolescente ya no estaba. No había sentido cuando se acerco, tampoco cuando dejo eso ahí... ¡Ni siquiera cuando se fue!

Simplemente… no estaba.

Frunció el ceño. Revisó el vagón. Los tres adultos seguían en su mundo. Nada había cambiado. Y, sin embargo, todo había cambiado.

No lo abrió allí. No aún. Pero supo que el juego acababa de cambiar.

***

La puerta de entrada se abrió con un leve chirrido. Reiji entró con paso firme, pero sin apuro. La luz del comedor seguía encendida, iluminando apenas el pasillo de entrada. El olor a sopa de miso aún flotaba en el aire, tibio y familiar.

"Reiji" Llamó la voz de su madre desde la cocina. "¿Dónde estabas?"

Él se quitó los zapatos, con expresión neutra. No era extraño que saliera solo a veces, pero esta vez se había extendido más de la cuenta. Y era evidente que su madre no lo había dejado pasar.

"Con unos amigos" Respondió con tono casual. "Solo caminamos un rato."

Su madre apareció en el umbral de la cocina, con el delantal aún puesto y el ceño apenas fruncido. Lo escaneó con la mirada, como si buscara alguna marca, algún indicio que contradijera su respuesta.

"¿A estas horas?"

"Me vine tan pronto como vi que empezó a oscurecer, lo juro"

Ella suspiró, cansada más que molesta. No dijo nada más. Solo asintió con la cabeza y volvió a la cocina, murmurando algo sobre calentarle la comida.

Reiji cruzó hacia su habitación sin hacer ruido.

Estaba listo para ver el nuevo sobre que había conseguido.

Pero no estaba solo.

"¿Onii-chan?"

Himiko lo esperaba sentada sobre su cama, con las piernas cruzadas y el pijama desordenado. Su cabello aún mojado del baño goteaba sobre la manta. Lo miraba en silencio.

"Pensé que ya dormías" Dijo él.

"No podía" Murmuró ella, bajando la vista. "Estabas raro antes de salir. No dijiste a dónde ibas. Y desde lo del otro día… estás distinto."

Reiji dejó su mochila en el suelo y se sentó al borde de la cama, sin mirarla.

"No es nada que tengas que preocuparte"

"¿Por qué no me cuentas?"

"Es difícil de explicar, Himiko-chan"

Ella levantó la cabeza, con los ojos ligeramente humedecidos. Pero no por tristeza. Por una comprensión demasiado madura para su edad.

"Dime, lo entenderé. Lo prometo"

El silencio llenó la habitación por un momento. Luego, Reiji suspiró.

'Lo que más quiero es alejarte de esto, al menos hasta que tengas la madurez necesaria para soportar tus ganas de sangre... Tu talento es innegable' Pensó mirándola un momento, luego se levantó sin una palabra más, tomo su mochila, saliendo por el umbral de la puerta.

"No es algo que pueda contarte aun, lo siento"

Entro al baño, cerró la puerta con un clic suave.

Reiji se apoyó unos segundos contra la puerta, con la frente apenas rozando la madera. 

Encendió la luz y caminó hacia el lavamanos, dejando la mochila sobre la tapa del WC. Sus dedos buscaron con precisión entre los compartimientos hasta dar con el sobre.

Era idéntico al primero. Sin remitente. Sin sello. Solo ese tono marfil apagado, como si el propio papel supiera que debía pasar desapercibido.

Reiji lo sostuvo un instante más en las manos. Parte de él ya sabía que lo que iba a leer no cambiaría nada a simple vista… pero sí por dentro.

Lo abrió.

Y dentro, una vez más, un pliego doblado. La misma caligrafía. La misma tinta oscura. Pero el tono había cambiado.

"Has cumplido con lo esperado"

Frunció el ceño. No había firma. No había aclaración. Solo más líneas.

"Fuerza, recuperación física, control emocional, reacción inmediata. Eres alguien fuera de lo común en todos los sentidos, casi como un elegido"

Eligió no pensar en lo que "elegido" significaba. Ya lo había escuchado antes. En su vida pasada. En otra versión de sí mismo que ya no estaba aquí.

"Hemos analizado todo de ti, y has sido seleccionado"

Al parecer todas sus dudas se resolverían prontamente.

"¿Aún quieres ser un héroe?"

Esa línea lo hizo detenerse. No porque dudara. Sino porque entendía demasiado bien lo que esa palabra implicaba…

"Si tu respuesta es sí, alguien vendrá a buscarte. No uses tu fuerza para llamar su atención. Solo mantente como eres. Ya sabes quien es después de todo"

Hawks, era claro que se refería a él. 

No había nada más en el papel, pero finalmente suspiro sabiendo que algunas cosas acabarían y otras nuevas iniciarían.

'La parte oscura de la comisión de héroe... ¿Qué querían de mi realmente?

Reiji dobló el papel con calma. Lavó su rostro con agua fría. Y se miró al espejo solo unos segundos.

Cuando regresó a la habitación, Himiko ya dormía. O fingía dormir. La manta le cubría hasta la nariz, pero uno de sus ojos aún se asomaba, entreabierto.

"Buenos noches, Himiko-chan"


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